«El Señor mismo irá delante de ti, y estará contigo; no te abandonará ni te desamparará; por lo tanto, no tengas miedo ni te acobardes». (Deuteronomio 31: 8)
LA MAYORÍA DE LAS MUJERES nos gusta estrenar. Nos encanta, por ejemplo, ponernos un vestido recién comprado; gozamos al usar por primera vez ese artículo novedoso para el hogar que vimos en la tienda y no pudimos resistir la tentación de adquirir; somos felices adornando la casa con nuevos objetos que realzan la belleza de nuestro espacio vital. En resumen: nos gusta lo nuevo.
Pues bien, hoy precisamente, estamos «estrenando» algo: tiempo. Estamos iniciando un nuevo año, que llega envuelto en el hermoso papel de la vida; ¿acaso no se ve precioso, así, envuelto en minutos, horas y días? Y viene con una tarjetita que dice: «Disfrútalo sin prisa. Vívelo en el aquí y en el ahora. Míralo, tócalo, saboréalo, escúchalo. No lo desperdicies. Mañana quizá no haya más tiempo que estrenar».
Dios, el dueño del tiempo y de la vida, es quien nos lo envía. Este tiempo nuevo es para ti, está hecho a tu medida; es exactamente lo que necesitas, ni más ni menos.
No es mucho ni es poco; es suficiente. ¿Apresurarlo? Imposible. ¿Retrasarlo? Tampoco se puede. ¿Disfrutarlo? Sí, eso sí. Ese es un privilegio que nadie ni nada te puede quitar.
Este año nuevo no lo medirá solo el reloj, ni el calendario que tienes colgado en la pared. Lo medirá la intensidad con la que descubras cada instante. Tú eres quien pone encanto a los días de la semana, pintándolos de colores a tu antojo. Podrás desechar lo negro de la amargura, pero quizá aceptarás el gris de la melancolía; brochazos de verde esperanza y pequeños puntos rojos de optimismo irán dando a tu existencia el placer de vivir cada momento; el morado lo reservarás para las horas tristes y el rosa lucirá cuando recibas el abrazo de una amiga.
El olor a pan recién horneado será un deleite a los sentidos; y la taza humeante que beberás junto a tus seres amados será el epílogo perfecto para una existencia enriquecida. ¿Qué te parece si decimos a Dios «gracias»?
Propongámonos vivir este tiempo nuevo conscientes de la brevedad del mismo y sin perder la misión que a través de él hemos de cumplir. Feliz año; que lo estrenes con bien, siempre de la mano del Señor.