UNA ORACION CONTESTADA
‘Todo lo que pidáis en oración, creyendo, lo recibiréis” (Mat. 21:22).
n mi oficina, en el decimotercer piso, a lo largo del día oigo el sonido del tráfico que pasa por las calles. Hay todo tipo de sonidos: bocinas, alarmas, ambulancias y patrullas policiales. Y pienso en lo apurada que es la vida en estos días.
En medio de tantas prisas, ¿recordará la gente a Dios como quien mantiene todo con sus manos, y que está con los brazos abiertos, dispuesto a ayudarnos?
Desde niña, mi mamá me enseñó a orar temprano en las mañanas; y mantengo ese hábito hasta el día de hoy. Tengo cuarenta años. A través de la oración, la meditación y la comunión con Dios, he aprendido muchas cosas; entre ellas, el gozo de ser amables y de sonreír siempre. “El corazón alegre embellece el rostro” (Prov. 15:13).
Converso con Dios, y escucho su voz que habla a mi corazón. Él ha respondido a mis oraciones, y quisiera compartir una de esas respuestas contigo.
Siempre llevaba a mi esposo al trabajo, y volvía con el auto para realizar mis actividades. Un día, mi esposo sugirió que fuera con él al gimnasio y volviera caminando, una distancia de 2,5 km. El primer día que volvía a casa caminando, me detuve en un supermercado, me entusiasmé y compré comida. Salí del supermercado con varias bolsas pesadas. Me había olvidado de que no tenía el auto, y me sería casi imposible caminar cargando todo ese peso en los brazos.
Oré a Dios: “Señor, envía a alguien que me ayude”. Había caminado tan solo una cuadra desde el supermercado, cuando pasó el hermano Divino, me reconoció y detuvo su auto. Inmediatamente le dije que era el ángel que Dios había enviado para ayudarme.
¿Ves cómo Dios actúa para que tus oraciones, y las mías, sean contestadas? El hermano Divino me dijo que estaba en su trabajo y sintió que tenía que salir a comprar pintura. Trató de dejar de lado el pensamiento, porque no necesitaría pintura hasta la siguiente semana. Finalmente, salió del trabajo a comprar pintura, sin comprender sus propias acciones. Usó una ruta diferente de la que solía tomar. ¡Entonces me vio caminando con las bolsas!
Cuando la Biblia afirma que podemos pedir cualquier cosa, ¡así es! No importa qué sea, desde un pedido pequeño y sencillo hasta uno más grande y complejo. ¡Comienza tu día con Dios!
Edna Ferreira de Souza