Viernes 07 de Abril del 2017 – ANGELES EN LA HABITACION DEL BEBÉ – Matutina para la mujer

ANGELES EN LA HABITACION DEL BEBÉ

“No menospreciéis a uno de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre” (Mat. 18:10).

Las historias de ángeles y de su interacción con los mortales nos cautivan, maravillándonos y llenándonos de fuerza y esperanza. A menudo oímos hablar e su poder para proteger y rescatar, de los incansables esfuerzos que hacen por nosotras. Sin embargo, algo que sucedió hace años me permitió descubrir otro aspecto de su divina personalidad, uno en el cual no había pensado antes.

Mi hija Suzy tenía tres meses; esa edad en la cual los bebés comienzan a hacer arrullos y a reír cuando les hablas. Acababa de darle un baño y de ponerle un vestido rojo con voladitos. Como toque final, le coloqué un lacito rojo en la cabecita casi sin cabello, utilizando un trocito de cinta adhesiva, y la tumbé para que se durmiera. Su cuna estaba colocada de manera que podía ver su carita desde la cocina.

Pero no se durmió; al contrario: comenzó a reírse una y otra vez. Cuando me asomé a la puerta, estaba mirando hacia la pared, moviendo enérgicamente los bracitos. Después se quedó quieta unos segundos, observando y escuchando atentamente, sin apartar la vista de ese punto en la pared, antes de que la invadiera de nuevo una carcajada. Parecía que alguien estaba mirándola y haciéndola reír. Me quedé desconcertada. Pero al instante se me ocurrió lo que podía estar sucediendo: ¡Suzy y su ángel de la guarda estaban manteniendo una conversación! Tenía sentido, pues un bebé inocente, recién salido de las manos de Dios, ingenuo y sin haber sido tocado aún por el pecado, es más de lo que un ángel pueda resistir.

Un año escribí a cada uno de mis hijos una carta el día de su cumpleaños. En ella, compartía con ellos historias de su niñez, e incluí este suceso en la carta de Suzy. Muchos años y muchas experiencias vividas después, me telefoneó una noche diciéndome: “Mamá, me ha pasado una cosa extrañísima hoy en el trabajo. Me levanté de mi mesa, y de repente sentí como si hubiera ángeles conmigo. Me giré para echar un vistazo, casi esperando verlos allí. No los pude ver, pero sentí su presencia”.

Por supuesto que estaban allí, con ella. ¡Jamás se han alejado!

Rhoda Wills

Radio Adventista

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