IRÉ CONTIGO
“Por la mañana hazme saber de tu gran amor, porque en ti he puesto mi confianza. Señálame el camino que debo seguir porque a ti elevo mi alma” (Sal 143: 8).
Hace muchos años, trabajé en una oficina de relaciones públicas muy bien equipada tecnológicamente y totalmente automatizada. Aunque no estaba fascinada por tener que usar toda esa tecnología, no tenía opción; pero igual me encantaba mi trabajo. Sin embargo, cuando la empresa se mudó a otro Estado, decidí no mudarme y cambié de trabajo. Imagina mi sorpresa cuando me enteré de que la nueva empresa tenía tecnología limitada. Esto es increíble en esta época, pensé. A causa de este cambio, mis habilidades disminuyeron rápidamente.
Pero, después, me encontré con otro problema. La iglesia a la cual asistía tenía un equipo de tecnología fuerte, y se lo usaba para compartir la mayor parte de la información para comisiones, presentaciones y planificación. Por esto, me vi en la necesidad de involucrarme y permanecer actualizada. Luego de mucha resistencia, pedí a alguien que me ayudara, y me dieron información impresa sobre cómo elegir los equipos que necesitaba. Pasaron varios meses, y yo no había avanzado. Entonces, alguien me dijo:
-Cuando estés lista para comprar los equipos, avísame e iré contigo.
Una semana después, había comprado e instalado todo lo que necesitaba. Recibí un rápido curso de actualización y mi amigo me aseguró que, si tenía cualquier problema, podía llamarlo.
Siempre pienso en las palabras que me dijo mi amigo: “Iré contigo”. Me recuerdan que, cada día, al hacer mis planes, no necesito temer porque Jesús ha prometido ir conmigo y mostrarme por dónde debo caminar. Y así como mi amigo terrenal pudo contestar todas las preguntas técnicas que me hizo el vendedor, Jesús puede contestar todas mis preguntas, y ayudarme a tomar las decisiones adecuadas.
Esas palabras también han hecho que me arrepintiera de las numerosas ocasiones en que contesté una pregunta diciendo qué se debía hacer o adónde se debía ir, en lugar de decir: “Iré contigo”. Pienso en las veces en que le comenté a un nuevo cristiano sobre Jesús, en lugar de decirle: “Caminaré contigo hasta que aprendas el camino”.
Mi oración para cada una de nosotras hoy es que busquemos la ayuda divina para caminar e ir con quienes necesitan ayuda, en lugar de simplemente decirles adónde ir o qué hacer.
MAUREEN O. BURKE