Viernes 04 de Agosto del 2017 – HUELLAS SUCIAS – Devoción matutina para la mujer

HUELLAS SUCIAS

“Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús” (1 Tes. 5:18).

Luego de quedarme hasta muy tarde limpiando toda la casa, me sentí irritada cuando a la mañana siguiente tuve que volver a limpiar pequeñas huellas de editos en la puerta corrediza… otra vez. “¡Tareas domésticas!”, murmuré. “¿Por qué no pueden durar un día o dos? Me siento tan exasperada y desanimada por tener que estar haciendo lo mismo todo el tiempo. Señor, estoy tratando de ser una buena ama de casa pero, sinceramente, me siento un fracaso”.

Después de limpiar las huellas pegajosas, me senté con mis dos hijos pequeños para nuestro momento preferido: leer juntos. Estos preciosos, pero muy activos, niñitos no tenían ni ¡dea de mi frustración en cuanto a las tareas domésticas. Leimos varios libros, pero demasiado rápido tuve que volver a la cocina para limpiar el piso, que ahora tenía jugo derramado.

La Sra. Tiggywinkle llamó a la puerta corrediza con su pie, y los niños se emocionaron tanto que le hicieron señas para que entrara tocando el vidrio de la ventana. Suspiré al abrir la puerta a la gatita. Y buscaba el limpiador de vidrios… de nuevo.

En mi momento de resentimiento y desánimo con estas repetitivas tareas, escuché un mensaje diferente: “Sé feliz por tener niños que pueden dejar huellas en las ventanas”. ¡Ese sí que era un pensamiento único, que esta mamá necesitaba oír! Soy logopeda, y he visto muchos niños con discapacidades que no pueden hacer tareas simples. De repente lo entendí. Avergonzada, oré pidiendo perdón, y humildemente agradecí a Dios por aquel sencillo mensaje de verdad. Mis niños eran activos y estaban sanos. Tenían la habilidad de hacer lío… ¡y de dejar huellas por toda la casa! Me sentí bendecida, y con nuevas fuerzas para seguir enfrentando los desafíos de la crianza.

No puedo decir que me gusta hacer tareas domésticas, pero puedo decirte que nunca volví a ver aquellas huellas sucias de la misma manera. Dios me ayudó a cambiar mi actitud, y me dio una nueva perspectiva. Hoy, al limpiar las ventanas llenas de dedos, agradezco a Dios por los nietos y los sobrinos que dejan esas huellas en puertas y ventanas… ¡y marcas duraderas de amor en mi corazón!

Donna Reese

Radio Adventista

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