Viernes 03 de Noviembre del 2017 – LA EXPULSIÓN DE LUCIFER – Matutina para adultos

LA EXPULSIÓN DE LUCIFER

«Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama Diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero. Fue arrojado a la tierra y sus ángeles fueron arrojados con él». Apocalipsis 12: 9

SE CONVOCÓ a todos los ángeles para que comparecieran ante el Padre, a fin de que cada caso quedara decidido. Satanás manifestó con osadía su descontento porque Cristo había sido preferido antes que él. Se puso de pie orgullosamente y sostuvo que debía ser igual a Dios y participar en los concilios con el Padre y conocer sus propósitos.

El Señor informó a Satanás que solo revelaría sus designios más secretos a su Hijo, y que toda la familia celestial, incluido Satanás, debían rendirle una obediencia absoluta e incuestionable; pero que él (Satanás) había demostrado que no merecía ocupar un lugar en el cielo. Entonces el enemigo señaló con regocijo a sus seguidores, que eran aproximadamente la mitad de los ángeles, y exclamó: «¡Ellos están conmigo! ¿Los expulsarás también y dejarás semejante vacío en el cielo?». Declaró entonces que estaba preparado para hacer frente a la autoridad de Cristo y defender su lugar en el cielo por la fuerza de su poder, fuerza contra fuerza.

Los ángeles buenos lloraron al escuchar las palabras de Satanás y sus pretensiones jactanciosas. Dios afirmó que los rebeldes no podían permanecer más tiempo en el cielo. Ocupaban esa posición elevada y feliz con la condición de obedecer la ley que Dios había dado para gobernar a los seres de inteligencia superior. Pero no se había hecho ninguna provisión para salvar a los que se atrevieran a transgredirla.

Satanás se afirmó en su rebelión y expresó su desprecio por la ley del Creador, pues no la podía soportar. Declaró que los ángeles no necesitaban ley y que debían ser libres para seguir su propia voluntad, que siempre los guiaría con rectitud; que la ley era una restricción de su libertad; y que su abolición era uno de los grandes objetivos de su subversión. La condición de los ángeles, según él, debía mejorar. Pero Dios, que había promulgado las leyes y las había hecho iguales a sí mismo, no pensaba así. El bienestar de la hueste angélica dependía de su perfecta obediencia a la ley. Cada cual tenía una tarea especial que cumplir, y hasta el momento cuando Satanás se rebeló, había existido perfecto orden y armonía en las alturas. […]

Radio Adventista

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