“Sobre esta roca” 16 de mayo 2016. DM-Adultos

“SOBRE ESTA ROCA” –  (16  de mayo)

Mirándolos con piedad, el Salvador continuó: “¿Nunca leísteis en las Escrituras: La piedra que desecharon los que edificaban, ésta fue hecha por cabeza de esquina: por el Señor es hecho esto, y es cosa maravillosa en nuestros ojos? Por tm1to os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que haga los frutos de él. Y el que cayere sobre esta piedra, será quebrantado; y sobre quien ella cayere, le desmenuzara”.

Los judíos habían repetido a menudo esta profecía en las sinagogas aplicándola al Mesías venidero. Cristo era la piedra del ángulo de la dispensación judaica y de todo el plan de la salvación. Los edificadores judíos, los sacerdotes y gobernantes de Israel, estaban rechazando ahora esta piedra fundamental. El Salvador les llamó la atención a las profecías que debían mostrarles su peligro. Por todos los medios a su alcance procuró exponerles la naturaleza de la acción que estaban por realizar (El

Deseado de todas las gentes, p. 548).

El Salvador no confió la obra del evangelio a Pedro u1dividualmente. En una ocasión ulterior, repitiendo las palabras que fueron dichas a Pedro, las aplicó directamente a la iglesia. Y lo 1nismo fue dicho en substancia también a los doce como representantes del cuerpo de creyentes. Si Jesús hubiese delegado en uno de los discípulos alguna autoridad especial sobre los demás, no los encontraríamos contendiendo con tanta frecuencia acerca de quién sería el mayor. Se habrían sometido al deseo de su Maestro y habrían honrado a aquel a quien él hubiese elegido.

En vez de nombrar a uno como su cabeza, Cristo dijo de los discípulos:

“No queráis ser llamados Rabbí”; “ni seáis llamados maestros; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo”.

“Cristo es la cabeza de todo varón”. Dios, quien puso todas las cosas bajo los pies del Salvador, “diólo por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que hinche todas las cosas en todos”. La iglesia está edificada sobre Cristo como su fundamento; ha de obedecer a

Cristo como su cabeza (El Deseado de todas las gentes, p. 382).

Presentad a Dios vuestras necesidades, gozos, tristezas, cuidados y temores. No podéis agobiarle ni cansarlo. El que tiene contados los cabellos de vuestra cabeza, no es indiferente a las necesidades de sus hijos …

Llevadle todo lo que confunda vuestra mente. Ninguna cosa es demasiado grande para que él no la pueda soportar; él sostiene los mundos y gobierna todos los asuntos de] universo. Ninguna cosa que de alguna manera afecta nuestra paz es tan pequeña que él no la note. No hay en nuestra experiencia ningún pasaje tan oscuro que él no pueda desenredar. Ninguna calamidad puede acaecer al más pequeño de sus hijos, ninguna ansiedad puede asaltar el alma, ningún gozo alegrar, ninguna oración sincera escaparse de Los labios, sin que el Padre celestial esté al tanto de ello, sin que tome en ello un interés inmediato …

El Señor no le impone a nadie cargas demasiado pesadas. Calcula cada peso antes de permitir que se deposite sobre los corazones de sus colaboradores.

A cada uno de sus obreros le dice nuestro Padre celestial:

“Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará”. Que quien lleva cargas crea que el Señor puede llevarlas, sean grandes o pequeñas (La maravillosa gracia de Dios, p. 116).

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