Sabado 6 de Junio – ULRICO ZWINGLIO – Devocion Matutina Jóvenes

ULRICO ZWINGLIO

Y sabemos que Dios hace que todas las cosas cooperen para el bien de quienes lo aman y son llamados según el propósito que él tiene para ellos. Romanos 8:28.

En agosto de 1519 los caminos adyacentes a Zurich, Suiza, estaban atestados de carretas tiradas por bueyes, carretones empujados, burros, vacas, cabras y gente que huía de la muerte. Parecía que los miles de caminantes daban una especie de toque de retirada en los caminos polvorientos, mientras saturaban el aire de una densa nube de polvo.

-¡Este polvo me está asfixiando! -se quejaba uno de los viajeros. -¡Regresémonos a casa! -se quejaba un niño-. ¡Estoy cansado! -¡Cállate! El calor, el polvo y los pies adoloridos no son nada comparados con esta plaga -lo reprendió su mamá.

El niño obedeció, porque había visto a un vecino, un tío y un primo morir de la peste bubónica tan temida. Los había visto sufrir terribles escalofríos y fiebres, dolor de cabeza y del cuerpo. En casi cada hogar se escuchaba el lamento por la pérdida de seres queridos. Sabía que su familia era afortunada por tener el dinero suficiente para poder abandonar la ciudad. Casi todos los que se quedaran estarían condenados a enfermarse, y uno de cada tres a morir.

Uno de los que decidió quedarse en la ciudad aquel trágico agosto fue Ulrico Zwinglio, el sacerdote. Trabajaba día y noche sepultando a los muertos, consolando a los dolientes y mostrando a Jesucristo, su única esperanza, a los moribundos. En septiembre, Zwinglio enfermó. En esos días, cuando la muerte tocaba a su puerta, descubrió que Dios era real y estaba muy cerca. En el punto más desfalleciente de su vida, escribió: “Cúmplase tu voluntad. Nada puede ser demasiado severo para mí. No soy más que vuestra vasija, para ser quebrantada o restablecida de acuerdo a tu voluntad”.

Zwinglio sobrevivió a la enfermedad y se levantó como todo un hombre diferente. Creía que Dios lo había librado por alguna razón, para difundir el mensaje del amor y el perdón de Dios. Prometió a su Creador que predicaría la Biblia y solo la Biblia como la norma de fe y práctica.

Otra bendición resultante de la peste bubónica que azotó Zurich en 1519, fue el vehemente interés de la gente por escuchar el evangelio. Las interminables semanas de lucha contra la muerte les había enseñado lo inútil que es confiar en el dinero o en las buenas acciones para obtener la salvación. Aunque la plaga fue una experiencia dolorosa, Dios la usó como canal de bendición.

Radio Adventista

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