¿Cuál es el diagnóstico?
«Nada hay tan engañoso y perverso como el corazón humano. ¿Quién es capaz de comprenderlo?». Jeremías 17: 9
MIENTRAS LAVABA SU VEHÍCULO, un joven realizó un esfuerzo adicional para levantar la compuerta trasera y en ese instante sintió como si le hubiesen clavado mil agujas al mismo tiempo en la espalda. Cayó al suelo y no pudo moverse más. Lo llevaron a un médico especialista y este le dio el siguiente diagnóstico: «Espasmos en la parte lumbar de la columna vertebral». El especialista le indicó seis tipos de medicamentos y una semana de reposo. Al finalizar la semana todo regresó a la normalidad.
Un año después el incidente se repitió, así que el joven decidió ir a otro especialista y allí le indicaron estudios más exhaustivos. Entonces recibió el temido diagnóstico: «Tienes una hernia discal». Cuando escuchó el diagnóstico sintió que su mundo se venía abajo. No podría jugar baloncesto, no podría correr ni realizar ningún tipo de actividades deportivas, que tanto le gustaban. Sin embargo con el paso del tiempo las cosas mejoraron y pudo llevar una vida normal, ¿qué había su cedido? El joven visitó otro médico y recibió una segunda opinión más alentadora, le dijo que con terapias podía incluso sanar la hernia.
Como podemos apreciar por medio de esta historia, un mal diagnóstico te puede cambiar la vida. Yo soy el joven de la historia que acabas de leer y es posible que si hubiera tenido un diagnóstico correcto a tiempo, la solución también hubiera llegado más rápido.
En la vida cristiana nos puede pasar lo mismo, podemos ignorar nuestra realidad y solo percatarnos de los síntomas y creer que no pasa nada, cuando realmente estamos muriendo lentamente. Hoy se nos presenta la oportunidad de despertar, de reflexionar en nuestra condición espiritual. Hoy podemos acudir al consultorio del Médico divino, Cristo Jesús. Hoy podemos pedirle, por medio de la oración y el estudio de la Biblia, un diagnóstico real, es la única forma como podemos obtener la solución. Lámpara a nuestros pies es la Palabra de Dios, pero engañoso es el corazón, y sin remedio; ¿quién lo comprenderá?
No esperemos una emergencia o trauma para darnos cuenta de nuestra condición, vayamos al médico hoy, estamos a una oración de distancia de nuestra solución.
Emmanuel Alberty
República Dominicana