Sabado 30 de Noviembre – UNA MUJER LLAMADA RAHAB – DM. Damas

RAHAB

UNA MUJER LLAMADA RAHAB

Josué hijo de Nun envió desde Sitim dos espías secretamente, diciéndoles: Andad, reconoced la tierra, y a Jericó. Y ellos fueron, y entraron en casa de una ramera que se llamaba Rahab, y posaron allí. Josué 2:1.

En las llanuras de Sitim acampaba el pueblo de Israel, ansioso de pasar a poseer la tierra prometida. Moisés, el manso anciano de níveos cabellos quien por cuarenta años vivió para guiar al pueblo a una relación de confianza en Jehová, había subido al Monte Nebo para no descender. Allí reposó de sus afanes como líder del pueblo que se caracterizó por la incredulidad, la murmuración y la rebelión. Ahora extrañaban su paternal consejo, su tierna mirada y su rostro resplandeciente.

Entre el campamento israelita y la tierra de la promesa corría el caudaloso río Jordán. Al otro lado, en la llanura se levantaba, cual fortaleza, la ciudad de Jericó, con murallas imponentes e impenetrables. Sus habitantes eran hombres de guerra fornidos y violentos. Entre su flora abundaban las hermosas palmeras y los árboles frutales propios del trópico fértil. Codiciables rosas engalanaban sus exuberantes jardines.

Josué, quien estuvo junto a Moisés durante su liderazgo, y quien fuera uno de los doce espías que cuarenta años antes recorrieran Canaán, era ahora el caudillo elegido por Dios para dirigir a Israel en la ocupación de Canaán. Josué envió a dos espías a investigar Jericó, su primer reto en la campaña de * conquista del extenso territorio de Canaán. Los espías entraron en la casa de una mujer llamada Rahab. Aquí aparece por primera vez esta mujer y, junto al nombre, la etiqueta que hace notoria su ocupación: “ramera”. Pero, ¿quién era ella? ¿Acaso hay algo digno de su mención para que aparezca en el registro sagrado? ¿Qué importancia tiene para nosotras hoy una mujer con semejante apelativo?

Amiga, ¿cuánto tiempo has esperado el cumplimiento de la promesa divina en tu vida? ¿Cuánto tiempo hace que estás orando por algo y aún no ves la respuesta? ¿Qué desafíos enfrentas? ¿Hay algo que debes hacer o dejar de hacer para lograr lo anhelado? ¿Qué te detiene? Observa a tu alrededor. Examina tu vida y actitud. Observa a quienes te rodean. ¿Qué rasgos positivos despliegan? Podemos aprender de cada persona, sin importar su edad, su pasado ni su presente diferente al tuyo. No descartes a nadie por su nombre o su etiqueta. –RL

Radio Adventista

View all contributions by