FANNY CROSBY
QUE TODO LO QUE SOY ALABE AL SEÑOR
Bendice, alma mía, a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios. Salmo 103:1, 2.
Fanny Crosby comenzó a escribir poesía a los ocho años. Su madre y su abuela advirtieron que tenía una memoria prodigiosa, y la alentaron a memorizar porciones de la Biblia. A los quince años Fanny se sabía de memoria los cuatro Evangelios, el libro de Proverbios, el Cantar de los Cantares, el Pentateuco y muchos salmos. Durante el resto de su vida siguió memorizando las Escrituras.
La lectura y memorización de las Sagradas Escrituras fueron una fuente de inspiración para Fanny, y convirtió sus poemas en letras para himnos. ¡Llegó a componer más de ocho mil himnos! Algunos de sus himnos más conocidos son: “En Jesucristo, mártir de paz”, “Tuyo soy, Jesús”, “Salvo en los tiernos brazos”, “A Dios sea la gloria”, “Comprado con sangre por Cristo”, “No me pases, no me olvides”, “Alabadle, fiel Salvador compasivo”, “Salva al incrédulo”, “Con voz benigna te llama Jesús”.
Fanny Crosby llegó a ser tan prolífica, que en ocasiones componía seis o siete himnos en un día. Los publicadores de himnarios le pedían que utilizara seudónimos, para que su nombre no figurara tantas veces en los índices de los himnarios. Llegó a ser conocida como “la reina de las compositoras evangélicas”.
El secreto de las letras de los himnos de Fanny Crosby consistía en que comunicaba un Jesús real, cercano y genuino. Sus letras están llenas de entusiasmo y ternura. Esta mujer pasó tantas horas conversando con Dios como con un amigo, invirtió tanto tiempo memorizando la Palabra de Dios y atesorándola en su corazón, que tradujo esa experiencia en letras y melodías de himnos conmovedores, llenos de belleza.
El legado de esta mujer ciega que desarrolló una excepcional visión espiritual continúa fortaleciendo la fe de miles de personas alrededor del mundo. Sus himnos han sido traducidos a más de doscientos idiomas.
Al cantar sus himnos, uno puede reconocer que esta mujer de fe llegó a conocer íntimamente al Salvador. Es mi oración que en todo lo que hagamos, los que nos rodean puedan reconocer que conocemos a Jesús, y que caminamos de la mano del Salvador. –AP