UN REGALO SORPRESA
“Me has hecho pasar por muchos infortunios, pero volverás a darme vida; de las profundidades de la tierra volverás a levantarme. Acrecentarás mi honor y volverás a consolarme” (Sal. 71:20, 21, NVI).
El libro devocional Love Out Loud [Ama en voz alta] llegó como un regalo sorpresa. Nunca esperé recibir un ejemplar del libro devocional anual del Ministerio de la Mujer ese año. Pero una tarde tuve una entrega sorpresa del cartero. Pensé que el libro era, en realidad, enviado por Dios, porque llegó en un momento en que me estaba sintiendo deprimida. De hecho, estaba por renunciar a un ministerio que había amado por mucho tiempo.
El año 2011 me trajo muchas pruebas y sufrimientos en el trabajo. No hubo un día en que no llegara a casa y dijera a mi madre que iba a renunciar. Cada mañana arrastraba mis pies al ir a trabajar. Cada día deseaba que el día terminara rápido. Perdí todo entusiasmo y el interés que solía tener. Aunque quería renunciar, no podía. Al ser cabeza de familia, tenía que trabajar para proveer para nuestras necesidades. Así que, con un corazón muy apesadumbrado, tenía que enfrentar mis pruebas día tras día. Entonces llegó el libro devocional.
Inesperadamente. Lo hojeé. Entonces me fijé en esta frase: “En su angustia y dolor, Dios no abandonó a Agar”. Dejé de leer por un momento. Como Agar, yo también estaba angustiada. Como Dios no me abandonaría tampoco a mí, sentí una esperanza renovada. Dios sabía que necesitaba ánimo, entonces me envió ese libro, y esa frase, para inspirarme a seguir adelante.
A través del libro, Dios me habló y me instó a que no me diera por vencida. Mediante aquel libro, me dijo que continuara trabajando donde estaba, porque él me conduciría a lo largo de todos los problemas que estaba enfrentando. Y, de hecho, la promesa de Dios se cumplió. Mis problemas terminaron. Cada problema que tenía se resolvió, y más bendiciones llegaron a mi puerta. Salí más fuerte, más sabia y con más confianza en Dios.
A través de mi situación tormentosa en el trabajo, ¡he experimentado a Dios! Querido Señor, gracias por las damas que comparten sus historias de fe. Ellas realmente son tus instrumentos para que la gente se dé cuenta de que hay esperanza en ti. Tú nos ves a nosotras, tus hijas, y siempre estás cerca para consolarnos, amarnos y cuidarnos.
Minerva M. Alinaya