SEGURO DE VIDA
“Podemos decir, entonces, que la ley es santa, y que el mandamiento es santo, justo y bueno” (Romanos 7:12, RVC).
El 30 de diciembre de 1986 se recuerda una batalla ganada por organismos defensores de los animales, y con cierta nostalgia por parte de los mineros ingleses. Ese día, se anunció que se jubilaría a más de doscientos canarios que “trabajaban” en las minas de carbón. La tecnología tenía ahora preferencia sobre los pequeños pájaros amarillos, que habían servido durante tanto tiempo para detectar gases nocivos que pueden presentarse bajo tierra. Ahora, serían reemplazados por nuevos detectores electrónicos, dado que son más económicos a largo plazo y más eficaces para indicar la presencia de contaminantes en el aire, que pasan desapercibidos para los sentidos del ser humano.
Si bien estaban tristes por este reemplazo, los mineros no se negaron al cambio, que ponía fin a una tradición minera que databa de 1911, cuando se comenzó a emplear dos canarios por cada mina. Desde entonces, los canarios fueron considerados como mascotas por los mineros.
El canario es particularmente sensible a gases tóxicos como el monóxido de carbono, que es incoloro, inodoro e insípido. Este gas se forma bajo tierra durante un incendio minero o luego de una explosión. Luego de estos, los rescatistas descendían en la mina cargando un canario dentro de una pequeña caja de madera o de metal. Cualquier señal de nerviosismo por parte del ave, o si dejaba de cantar, era una clara señal de que las condiciones bajo tierra no eran seguras, y los mineros debían evacuar la mina y las galerías debían ser ventiladas.
De allí que la frase “El canario en la mina de carbón” refiere a cualquier indicador de peligro inminente. Así, en ese entonces, el canario era el seguro de vida para los mineros. Por esta razón, aun cuando solo traían malas noticias, a nadie se le ocurría matar o hacer desaparecer el canario.
En medio de la “mina de carbón” peligrosa de este mundo, la Ley de Dios es como aquel canario en las minas: nos indica cuando estamos en territorio seguro, y nos alerta cuando estamos entrando en camino de muerte. Sin embargo, a diferencia de los canarios, muchos cristianos han creído que al hacer nula la Ley el pecado y la muerte desaparecen automáticamente. Sin embargo, al dar por anulada la Ley, lo único que hacen es “matar al canario” indicador de riesgo.
Si bien la Ley condena, Cristo murió por nosotros en la cruz e intercede por nosotros ante el Padre como nuestro Abogado. Hoy, decide dejar que la Ley siga mostrándote el camino seguro. Sigue acudiendo a Cristo en busca de salvación.