Sábado 29 de Enero – Santidad sexual – Devocional para Jóvenes 2022

Después de esto, resultó que la mujer de su amo puso sus ojos en él y le dijo: «¡Acuéstate conmigo!» Pero él se negó a hacerlo, y le dijo a la mujer de su amo: […] ¿Cómo podría yo cometer algo tan malo y pecar contra Dios?» (Génesis 39: 7-9).

EN UNA SOCIEDAD COMO LA NUESTRA, sumamente estimulada en el aspecto sexual, la respuesta que José dio a la esposa de Potifar parece sacada de una película de ciencia ficción. Que un joven de buen parecer, soltero, sin ningún tipo de compromiso sentimental, desprecia una invitación sexual porque no quiere «pecar contra Dios», en oídos mundanos, sencillamente parece irreal. A través de lo que muestran los medios de comunicación o lo que habla la gente a nuestro alrededor, parecería indicar que todo es válido y permitido cuando existe presión sexual.

Pero más allá del gran contraste entre la respuesta de José y lo que hoy piensa el mundo, la Biblia no solo transmite la verdad, sino que invita a todo hijo de Dios a elevarse por encima de los parámetros mundanos. ¿Qué enseñan esos parámetros terrestres sobre la sexualidad? Si se presenta la ocasión, aprovéchala. Diviértete, disfruta, goza… nadie se enterará. ¿Qué enseña la norma bíblica? El acto sexual lícito y aprobado por nuestro Creador, tiene que realizarse en el ámbito del matrimonio. Un entorno diferente al de la vida matrimonial convierte cualquier actividad sexual en pecado.

Después de lo dicho anteriormente, parecería que los hijos de Dios tenemos todo en contra para alcanzar la pureza sexual. De la televisión a Internet, de los DVD a las revistas impresas, todo parecería mostrar un tobogán hacia una sexualidad pecaminosa. Pero, aun así, nuestro Padre celestial desea que seamos como es él. Cuando nos exhorta a ser: «Perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto, nos está pidiendo que nos elevemos por encima de nuestras tendencias naturales: los ojos impuros, las mentes caprichosas e imaginarias y el corazón que divaga. Su norma para la pureza no es algo que ocurre naturalmente en nuestra vida. Él nos llama a elevarnos por el poder de su presencia que mora en nosotros y que llevemos a cabo la obra» (S. Arterburn, F. Stoeker y M. Yorkey, La batalla de cada hombre, págs. 85).

Nuestro Padre eterno espera de nosotros que haya un genuino crecimiento espiritual. Siguiendo el ejemplo de José, Dios desea que nos abstengamos de toda actividad sexual pecaminosa, y que busquemos la «santidad, sin la cual nadie verá al Señor» (Heb. 12: 14).

Radio Adventista

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