Sabado 28 de Octubre del 2017 – UN LUNES NEGRO – Matutina para Jóvenes

UN LUNES NEGRO

“¡Vamos ahora, ricos! Llorad y aullad por las miserias que os vendrán. Vuestras riquezas están podridas, y vuestras ropas están comidas de polilla” (Santiago 5:1,2).

¡Crac! Y de repente, un día todo estalló. El lunes 28 de octubre de 1929 es conocido en la historia como “El lunes negro”. Ese día, la Bolsa de Valores de Wall Street, en Nueva York, Estados Unidos, comenzaba a padecer la caída más terrible de su historia. Y Se iniciaba así lo que los historiadores llaman “La Gran Depresión”. Luego de esa jornada, el pánico y la desesperación se apoderaron de los comerciantes, los empresarios, los banqueros y los financistas.

La crisis había llegado para quedarse. El declive económico en las naciones industrializadas llevó al establecimiento de reformas financieras y nuevas regulaciones, que se convirtieron en un punto de referencia. El desencanto se había instalado. El dinero ya no brindaba la felicidad.

Una nueva década estaba a punto de iniciarse, pero los sueños ya habían estallado y se hicieron pedazos. El final de la década -y lo que seguiría- sería peor: salpicado por los ensordecedores ruidos de metrallas, vuelos de aviones de combate y bombas atómicas. El planeta se bañaba en sangre.

Hoy también atravesamos una crisis pronunciada en la “Bolsa de Valores” de la sociedad. Allí, bajó el precio de la Honestidad, del Respeto, de la Solidaridad y de la Mansedumbre. La confusión reina, imperturbable ella. A lo malo llaman bueno y a lo bueno, malo. Todo es relativo. Todo es inmediato. Todo es subjetivo. ¡Posmodernidad a la carta!

Crac, crac, crac… este mundo cruje por todos lados. Está roto, quebrado, caído. Y el futuro que se vaticina no es, precisamente, alentador: miles de refugiados, calentamiento global, con sus terribles consecuencias; interminables guerrillas civiles internas en diversos países; el auge del sida y otras enfermedades; falta de comida, escasez de agua.

Hoy puede ser un día histórico. Cuida e invierte bien tu dinero; trabaja por él. Pero que el tenerlo nunca se convierta en un afán desmedido, y que eso implique sacrificar otros valores, o salud, u horas de sueño, o tiempo para pasar con tu familia o amigos. Mantén en alto los valores que aprendiste en la Biblia; nunca negocies esos principios.

“A cada uno se le pedirá que entregue los dones que le fueron confiados. En el día del juicio final, las riquezas que los hombres hayan acumulado no les valdrán de nada. No tienen nada que pueden llamar suyo” (Elena de White, Palabras de vida del gran Maestro, p.306).

Radio Adventista

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