LIBRE TRÁNSITO
“Alza tu vara, extiende tu mano sobre el mar y divídelo, para que los hijos de Israel pasen por medio del mar en seco” (Éxo. 14:16).
Cada mañana, mi esposo lleva a nuestra bebé, Bianca, a la escuela. A la tarde, mi madre la recoge; y un poco después, yo la busco de la casa de mi madre y volvemos a casa. Esta ha sido nuestra rutina desde que terminó mi licencia por maternidad.
Para llegar al trabajo en la hora de mayor tráfico, dependemos del transporte público. Pero para ir de casa a la escuela y de la escuela a casa, usamos nuestra motocicleta, con una sillita para bebés. Esto hace que el viaje sea más sencillo. Además, es de libre tránsito. Sin embargo, por seguridad, trato de ir despacio, y soy muy cuidadosa en siempre mirar antes de cruzar. A esa hora, las calles están llenas de estudiantes y trabajadores que vuelven a sus casas después de un día de trabajo. Muchos viajan a gran velocidad, para llegar antes a sus casas.
Una tardecita, como de costumbre, busqué a Bianca en casa de la abuela y nos dirigimos a casa. De repente, algo en el tráfico en la siguiente intersección me asustó. Para acercarnos más lentamente a la intersección, pisé el freno. Sin aviso alguno, ¡se rompió! ¡No tenía manera de detener la moto! Antes de ese momento, el freno había estado funcionando bien; es más, hacía poco que habíamos cambiado las pastillas de freno. Ahora, con la moto avanzando por el asfalto hacia la intersección, todo lo que pude hacer fue gritar: “¡No!”
No tuve tiempo de pensar en un plan alternativo para salvar a mi pequeña y a mí; todo estaba sucediendo tan rápido. Y entonces, estábamos del otro lado de la intersección… ¡a salvo! Me detuve, respiré hondo y miré con gratitud hacia la intersección que acabábamos de cruzar. Nuestro Salvador, que abrió un camino en el Mar Rojo para que Israel pasara, había abierto también un camino para que nosotras pasáramos en medio de autos, colectivos, motocicletas, bicicletas y peatones.
Ahora, cada vez que cruzo esa intersección, como la María de antaño elevo una canción de alabanza y gratitud por la protección y la salvación de Dios. Renuevo mi compromiso de confiar en su mano que me guía, en el libre tránsito que él provee, para guiarnos a todas a ser salvas eternamente.
Luciana Barbosa Freitas da Silva