“ ‘Porque mis ideas no son como las de ustedes, y mi manera de actuar no es como la suya. Así como el cielo está por encima de la tierra, así también mis ideas y mi manera de actuar están por encima de las de ustedes’. El Señor lo afirma” (Isaías 55:8, 9).
Según los especialistas en el ámbito de la psicología, pensar bien es básico para disfrutar de buena salud. La mente es donde se forjan las batallas más intensas; son constantes y duras de lidiar, dado que son internas y personales. Las buenas intenciones de otros para ayudarnos muchas veces se quedan solo en eso, en buenas intenciones; pero este trabajo que se hace con los pensamientos es totalmente individual.
Aprender a pensar es uno de los llamados que nos hacen las Sagradas Escrituras. Concretamente, el apóstol Pablo nos dice en Romanos 12:2: “Cambien su manera de pensar para que así cambie su manera de vivir y lleguen a conocer la voluntad de Dios, es decir, lo que es bueno, lo que le es grato, lo que es perfecto”. No debiéramos dejar a un lado la importante tarea de aprender a pensar bien, por las repercusiones que tiene sobre la salud mental, espiritual y física.
Existe un conflicto entre el bien y el mal, entre Dios y Satanás, y nuestra mente es el campo de batalla donde se lleva a cabo. Para salir vencedoras, hemos de protegernos “con toda la armadura que Dios [nos] ha dado, para que [podamos] estar firmes contra los engaños del diablo. Porque no estamos luchando contra poderes humanos, sino contra malignas fuerzas espirituales del cielo, las cuales tienen mando, autoridad y dominio sobre el mundo de tinieblas que nos rodea. Por eso, [tomemos] toda la armadura que Dios [nos] ha dado […]. Manténganse firmes, revestidos de la verdad y protegidos por la rectitud. Sobre todo, que su fe sea el escudo que los libre de las flechas encendidas del maligno. Que la salvación sea el casco que proteja su cabeza, y que la Palabra de Dios sea la espada que les da el Espíritu Santo. No dejen ustedes de orar” (Efe. 6:10-18).
En tu lucha diaria, elige:
- Confiar en Dios bajo cualquier circunstancia.
- Estar segura de que él cumple sus promesas.
- Descansar a sus pies, en oración, cuando las fuerzas sean escasas.
- Dejar de rumiar el dolor para que el perdón llegue.
- Restar las ofensas y sumar las bendiciones.