Sábado 24 de Agosto – EL SALMO DE LUTERO – Devocion Matutina para Adultos

EL SALMO DE LUTERO

“Estad quietos, y conoced que yo soy Dios; seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra” (Salmo 46:10).

 El salmo 46 es llamado el “Salmo de Lutero” porque el gran reformador se inspiró en sus palabras para componer “Castillo fuerte es nuestro Dios” (Himnario adventista del séptimo día, N° 400), el himno de la Reforma protestante. A lo largo del tiempo, este Salmo ha fortalecido a muchos cristianos en medio de duras pruebas.

Elena de White afirma que ese salmo será cantado por los redimidos en el último libramiento antes de la segunda venida de Jesús. Ella dice sobre el pueblo de Dios: “Sus semblantes, poco antes tan pálidos, tan llenos de ansiedad y tan macilentos, brillan ahora de admiración, fe y amor. Sus voces se elevan en canto triunfal: ‘Dios es nuestro refugio y fortaleza; socorro muy bien experimentado en las angustias’ ” (El conflicto de los siglos, pp. 696, 697).

El Salmo 46 merece nuestra atención. Su mensaje sostuvo al pueblo de Dios en el pasado, lo sostendrá en el futuro y puede ser un fuerte apoyo al enfrentar nuestros desafíos en el presente. En sus tres estrofas podemos conocer mejor a Dios y, como David, renovar la confianza de que el Señor Dios estará al lado de sus hijos en cualquier situación.

En la primera estrofa, Dios es. El autor muestra la soberanía de un Dios siempre listo para ayudar en todas las circunstancias. “Aunque la tierra sea removida, y se traspasen los montes al corazón del mar” (vers. 2), no necesitamos temer, pues él continúa siendo Dios.

En la segunda estrofa, Dios está. No importan los tumultos, los rugidos ni los gemidos de la naturaleza o de los imperios, Dios está con nosotros. Él es nuestro refugio seguro y poderoso.

En la tercera estrofa, Dios hace. Las obras del Señor son impresionantes. En el momento correcto, él termina con las guerras, con el mal y con el pecado. Por eso, David describe un campo de batalla repleto de armas quebradas y vehículos quemados, mostrando una victoria total.

No importa cuán tumultuosa esté nuestra situación, el Señor nos invita: “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios” (vers. 10). Deja de lado el miedo y la ansiedad. Confía en que “el Dios de Jacob es nuestro refugio”. Así como Lutero, puedes entregar tus dificultades al Señor. En sus manos todo estará seguro.

Radio Adventista

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