DIOS: EL ADMINISTRADOR PRINCIPAL
“Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mat. 28:20).
La vida se me venía encima. Dos miembros del personal se estaban yendo, y tenía un montón de papelerío que completar a causa del procedimiento. Para que pudieran cobrar su último sueldo ese día, sus archivos debían completarse y entregarse antes de que los bancos cerraran. Mientras manejaba hacia el trabajo esa mañana recordé repentinamente qué debía entregar la declaración de impuestos. No podía creerlo: lo había olvidado completamente. Las consecuencias de entregar la declaración tarde eran costosas, como ya había experimentado con anterioridad. Estuve tentada a dejarme caer en picada por tanto estrés, pero entonces comencé a escuchar, en oración, la voz de mi Administrador principal: Dios, Vino a mi mente una solución para la entrega del papeleo:
“Haz que las damas vayan la semana que viene a firmar, dales todos los documentos y junta sus paquetes”. Suspiré aliviada: Dios, mi Administrador, ya estaba trabajando.
Había planificado una reunión de orientación para el nuevo personal el lunes 2 de enero, que era feriado ese año. Sin embargo, el médico a cargo de los residentes me dijo esa mañana que solo estaría en la oficina el domingo 1º de enero. No estaba segura de cómo tomarían los nuevos incorporados este cambio de último momento, pero sentí que debía llamarlos urgentemente. Ellos estuvieron de acuerdo con los cambios. ¡Gracias, Administrador! Él sabe cómo arreglar cada cosa. Al final de la tarde, volví a sentirme abrumada por todas las responsabilidades del final del día, del
mes y del año. Mi ocupado día laboral terminó. Al caminar hacia mi auto recordé qué era el cumpleaños de una querida amiga; y otra amiga celebraría el suyo al día siguiente. Y aquí estaba, “recordándolo” a tiempo de contactarlas y de brindarles mis buenos deseos. Me habría dolido olvidar sus cumpleaños otra vez.
Como yo, muchas mujeres luchan con sus responsabilidades diarias. A menudo, sienten que luchan solas. También les cuesta escuchar la voz de su Administrador principal, el mismo que creó
los profundos océanos, las majestuosas montañas y los infinitos cuerpos celestes. Ese mismo Administrador quiere ayudarnos a manejar declaraciones de renta, deseos de cumpleaños… y aun
los detalles más pequeños de nuestras vidas. No puedo imaginar un solo día sin la administración de mis Dios. Él nos cuida con una atención imperturbable.
Aun antes de que encontremos soluciones a los desafíos del día, él ya está ahí, con nosotros.
Keisha D. Sterling