MÁS QUE UNA CASUALIDAD
“Entonces, aunque es contra la ley, entraré a ver al rey. Si tengo que morir, moriré” (Ester 4:16, NTV).
En Inglaterra, uno de los eventos que rodean los festejos de Navidad es el discurso de la Reina, emitido por radio y televisión cada 25 de diciembre. Pero, en 1992, un periódico nacional publicó el discurso dos días antes (un día como hoy). El discurso ya se había grabado en los estudios de la BBC, y alguien lo había “filtrado”. Y en efecto, el texto publicado correspondía casi palabra por palabra con el mensaje registrado de la reina Isabel II. La fuente que filtró el discurso nunca fue encontrada.
Tal fue el bochorno para Isabel II que describió el que estaba terminando como un “año sombrío”, y lo calificó de “annus horribilis“. ¡Imagínate! Todos ya sabían lo que ella transmitiría en ese discurso tan esperado. Además, estaba el escándalo de que el canal estatal había filtrado ese discurso.
El libro de Ester también narra la ocasión en que se conoció por anticipado, no ya un discurso real, sino un edicto real. Claro está, quien lo conocía era Dios, y con mucho tiempo de anticipación colocó a la valiente joven Ester a fin de que desempeñará un papel crucial para el pueblo de Dios que se encontraba en el exilio. No hay manera de explicar humanamente que una joven hebrea haya llegado al trono del imperio más poderoso de entonces, solo la providencia divina podría haberla conducido hasta allí.
Todo marchó bien hasta que el malvado Amán (probablemente descendiente de amalecitas, pueblo enemigo de los judíos) complotó para aniquilar al pueblo de Dios. Cuando Mardoqueo, pariente y padre sustituto de Este, se enteró de lo que iría a suceder, convenció a Ester para que intercediera ante el rey por el pueblo judío. En su conversación, le señaló: “¿Quién sabe si has llegado al reino para un momento así?” Evidentemente, Dios conocía por anticipado ese edicto y había preparado una solución.
La reina Ester, convencida de que había llegado a ser esposa del rey para ese momento crucial, decidió interceder, aun cuando corría riesgo su propia vida. Su valiente intercesión logró la salvación del pueblo judío. Ahora encontraba el sentido último de su existencia en la misión que había realizado y que continuaría realizando.
¿Te has puesto a pensar para qué obra te está preparando Dios? Quizá no puedas entender todavía las razones detrás de las circunstancias que te tocan vivir, pero Dios, que conoce el futuro por anticipado, te está conduciendo hacia un gran destino.
Hoy, decide dejarte guiar por Dios y permanece alerta a lo que él te ordene.