ATREVERSE A MÁS
“El siervo que recibió las cinco bolsas de plata comenzó a invertir el dinero y ganó cinco más. […] Pero el siervo que recibió una sola bolsa de plata cavó un boyo en la berra y allí escondió el dinero de su amo” (Mateo 25:16,18, NTV).
El 22 de abril de 1994, el noruego Borge Ouslan se convirtió en el primero en llegar al Polo Norte solo y sin ayuda externa. Comenzó su expedición de 52 días con solo un par de esquís como único transporte. Partió desde Cape Arktichesky, Siberia, el 2 de marzo de 1994, y llegó al Polo Norte el 22 de abril.
Ousland es prueba viviente de lo que personas con perseverancia, habilidad e imaginación pueden alcanzar. No era un improvisado. En 1996, fue la primera persona en cruzar la Antártida de costa a costa solo y sin ayuda externa: tres mil kilómetros a lo largo del paraje más desolado de la Tierra. En 2001, Ousland completó el primer viaje a solas a lo largo del Ártico. Viajó solo durante 82 días, desde Siberia a Canadá, a través del Polo Norte. En 2007, él y su compañero esquiaron y remaron desde el Polo Norte, a lo largo de las islas árticas de Frans Josef Land al norte de Rusia, hasta la Isla Northbrook, en ese país.
Evidentemente, el Polo Norte está en el corazón de Ousland: fue el primero en casarse allí, en abril de 2012.
Por todo esto, la revista National Geographic afirma que es el “explorador polar vivo más consumado”. Sus hazañas prueban que puedes alcanzar lo que otros consideran “imposible”, y nos retan a ir más allá de nuestras fronteras mentales, para descubrir nuestras fortalezas peculiares y ser exitosos en nuestros propios proyectos. Desoyendo explicaciones acerca de las imposibilidades, Ousland pudo lograrlo.
Frecuentemente, los límites están en nuestra cabeza. Aceptamos, sin más, quedarnos en el promedio, los límites que la sociedad quiere imponernos. Solo quienes se atrevieron a trascender excusas y desafiaron sus propios límites alcanzaron grandes objetivos. Necesitamos más de ese espíritu emprendedor en la obra de Dios. Dios nos desafía a utilizar nuestros dones, ir más allá de los logros ajenos, elevar la norma. La parábola de los talentos enseña que Dios da dones a todos y espera que los usemos, no que los enterremos. Dejar que nos condicionen límites establecidos por otros significa enterrar nuestro talento. Cuando nos atrevamos a usar nuestros dones y superar lo que otros lograron, Cristo nos dirá: “Bien hecho, mi buen siervo fiel. Has sido fiel en administrar esta pequeña cantidad, así que ahora te daré muchas más responsabilidades. ¡Ven a celebrar conmigo!” (Mat. 25:23, NTV).
Hoy, atrévete a más en el Señor. Con su poder y tu disposición a servir, llegarás a lugares que jamás imaginaste.