¿Qué estás leyendo?
“Esfuérzate por presentarte a Dios aprobado” (2 Tim. 2: 15).
“Dichoso el que lee y dichosos los que escuchan las palabras de este mensaje profético” (Apoc. 1: 3).
-¿Dónde escuchaste sobre este programa de becas? –pregunté tímidamente a una mamá, al acercarme a ella.
-En el periódico -me respondió.
-¿En qué sección del periódico? -insistí cautelosamente.
Y nuestra conversación continuó.
Estábamos asistiendo a una reunión para alumnos que habían recibido una beca basada en ciertos criterios. Yo me había enterado por la profesora de uno de mis hijos. Ella estaba leyendo el periódico cuando vio el artículo y pensó en mi hijo; así que me envió la información, investigamos y se convirtió en uno de los beneficiados.
Sin embargo, yo seguía pensando: ¿Cómo puede ser que no haya visto ese artículo? Por esa época, yo era una ávida lectora del diario. Si no lo leía todos los días, me ponía ansiosa. Ver cómo los periódicos se apilaban sin que tuviera tiempo de leerlos casi me hacía entrar en pánico, pensando que me había perdido de algo importante. Pensaba que era de vital importancia conocer todas las noticias de actualidad.
Luego de ese incidente, entendí que no dependía solamente del periódico para recibir la información que Dios quisiera que supiera; de hecho, comencé a alardear de que ya no me preocupaba por leer los diarios. Hasta que mi esposo me advirtió, diciendo que esa no era una forma apropiada de compartir mi cambio de conducta. Mi tía lee el periódico religiosamente y, hace poco, me preguntó por qué no la había llamado por teléfono cuando la zona en la que vive tuvo un clima extremo inesperado. Puedes adivinar la razón. Avergonzada, admití que ya no leía el diario, y me sentí mal por no haber estado informada de lo ocurrido. Sin embargo, Dios había cuidado de ella.
Hasta el día de hoy, no leo mucho el periódico. Ya no me preocupo por las noticias que no escucho o no leo en internet, por estar ocupada manteniéndome en contacto con personas o trabajando. He descubierto algo mucho mejor para leer: la Biblia. Ahora, si no la leo por un solo día, sé que me he perdido de algo realmente importante. Me he perdido la oportunidad de conocer mejor a mi Padre y su voluntad para mí. Agradezco a Dios por su Palabra, la Palabra sobre todas las palabras.
SHARON M. THOMAS