UNA BROMA DE MAL GUSTO

“Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre” (Salmo 16:11).

¡Levánte la mano quien no hizo una broma alguna vez! Mmm… ¿No la levan- §JL ‘taste? ¿Seguro? No te conozco, pero creo que todos, en algún momento, hemos realizado alguna picara travesura: sal en un vaso de jugo; arrojar a alguien vestido a una pileta; tocar un timbre y salir corriendo; esconderle el celular a alguien; y una larga lista de etcéteras.

La mayoría de estas bromas suele ser inocente; pero la realidad indica que puede suceder que no lo sean. A veces, somos partícipes de bromas de mal gusto que pueden afectar la integridad física del otro o su autoestima.

Hoy, 1o de abril, es el Día de las Bromas (April fool’s day). Más que nada, se celebra en Francia, Finlandia, Australia, Alemania, Italia, Bélgica y Reino Unido. El origen de esta celebración, al parecer, se remonta a mediados del siglo XVI, cuando las celebraciones de Año Nuevo comenzaban el 25 de marzo y terminaban el 1o de abril. En 1564, por medio del decreto de Roussillon, el rey dictaminó que el Año Nuevo se trasladara al 1o de enero. Muchos franceses y las colonias protestantes estadounidenses tardaron en adoptar el calendario del Papa Gregorio XIII, y siguieron celebrando el año nuevo desde el 25 de marzo hasta el 1o de abril. Por esto, eran considerados “tontos”.

A este día también se lo conoce como “Pescado de abril”. Esta designación se relaciona con el zodíaco: en esa fecha, el Sol abandona la constelación de Piscis.

La Biblia dice que nuestra felicidad no está en una broma de mal gusto, ni en el destino que supuestamente nos predice el horóscopo. No. La felicidad se encuentra en la presencia de Dios. Y no es cualquier tipo de felicidad. Dice el texto de hoy que con Jesús tenemos un gozo pleno y una alegría que dura para siempre. Y en un mundo de felicidades artificiales y pasatistas, esto es algo deter- minantemente maravilloso.

Hoy puede ser un día histórico. Sonríe a los demás. Muéstrales la alegría de vivir en la presencia de Dios. Recuerda que, después de todo, el gozo es un fruto del Espíritu Santo (Gál. 5:22).

“Aquellos para quienes Dios es lo primero, lo último y lo mejor son las personas más felices del mundo” (Elena de White, Mensajes para los jóvenes, p. 34).