Sábado 19 de Diciembre – FERNANDO A. STAHL – Devocion Matutina para Jóvenes 2020

¡Oh Señor Soberano! Hiciste los cielos y la tierra con tu mano fuerte y tu brazo poderoso. ¡Nada es demasiado difícil para ti! (Jeremías 32:17.)

El misionero Stahl salió de la casita de piedra, en una aldea remota en medio de la montaña donde había ido para tratar a los enfermos. Caminó hacia el corral donde había dejado su caballo, pero ya no lo encontró. -¡Alguien ha robado mi caballo! -gritó Stahl.

Pronto se vio rodeado de nativos amigos que prometieron ayudarlo a capturar al ladrón. Salieron en todas direcciones y le dejaron el camino principal al Sr. Stahl.

A poco más de un kilómetro de distancia Stahl vio acercarse a un hombre a caballo, y con toda seguridad, aquel era el suyo. El misionero trató de aparentar que no se daba cuenta de nada, y esperó estar lo suficientemente cerca como para tomarlo de la brida. A unos cuatro metros de distancia, el jinete se dio vuelta y salió galopando en dirección opuesta.

El Sr. Stahl regresó a la villa un tanto desanimado. Estaba preocupado, sobre todo, porque el caballo no era suyo, sino del jefe Comacho. Al caminar, oraba:

-Por favor, Señor, leo en mi Biblia que en una ocasión ayudaste a un joven a recuperar un hacha que no era suya, así que, tengo la seguridad de que estás dispuesto a ayudar a los que pierden cosas prestadas. Tú sabes que el caballo me lo prestó el jefe Comacho. Por favor, ayúdame a recuperarlo. ¡Yo sé que no hay nada imposible para ti!

Al regresar a casa de su anfitrión en la aldea, el misionero le informó: -Vi a un hombre que montaba el caballo robado, pero no lo pude alcanzar.

-Su caballo está aquí -le respondió el indio-. Hace unos minutos un niño lo trajo. Dice que un señor le pidió que lo trajera a mi casa.

El misionero Stahl montó el caballo y continuó su viaje, cuyo propósito era ayudar a los necesitados. Durante treinta años, él y su esposa sirvieron a Dios en América del Sur, primero en la cordillera de los Andes en el Perú y luego a lo largo del río Amazonas en el Brasil. Vez tras vez Dios obró milagros en sus vidas y comprobó que en realidad tiene poder para hacer cualquier cosa.

Radio Adventista

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