UN ÁNGEL AL RESCATE
“El ángel de Jehová acampa alrededor de los que lo temen y los defiende” (Sal. 34:7).
Mi hija mayor, Lillian, y yo estábamos camino al Aeropuerto Internacional de Orlando. Era el viernes anterior al Día de Acción de Gracias, y Lillian estaba por viajar sola a Nueva York a encontrarse con mi prima, Hope. De allí, tomarían un avión a Inglaterra, para terminar el viaje en París.
Durante la hora y media que tardamos en llegar al aeropuerto, Lillian habló de lo que su tía Hope y ella planificaban hacer en esas vacaciones. Mi hija llevaba años soñando con aquel día. Nosotros habíamos estado ahorrando para aquel viaje, que era una celebración temprana de su quinceavo cumpleaños. Estaba un poco sorprendida ante la actitud de Lillian; esperaba que estuviera un poco nerviosa por viajar sola. Pero no era así. Unos meses antes, cuando Lillian y su hermana, Cassandra, volaron a Boston para pasar unos días con mi hermano y su esposa, ella había estado ansiosa al abordar el avión.
Quizá fuera reticente a tener la responsabilidad de su hermanita menor. De hecho, apenas pudo, Lillian me mandó un mensaje de texto diciéndome que estaba preocupada por el viaje. Pero ahora no veía a la misma niña, sino a una joven confiada, lista para avanzar sola… al menos, temporalmente. Por dentro, yo era la típica madre preocupada, pero por fuera estaba relajada. No me preocupaba que Hope cuidara de Lillian; lo que me preocupaba era el viaje de Lillian a Nueva York… sola. Permitirle viajar sola me resultaba abrumador. Pero Dios conocía mis preocupaciones.
De repente, entre la multitud del aeropuerto, vi una cara vagamente conocida. Sí, lo conocía: había sido uno de mis amigos de la infancia. Hoy estaba viajando con su esposa a Nueva York, de vacaciones. Sin que Lillian lo notara, los saludé y les pedí si podían mirarla y cuidarla durante el vuelo. Ellos me aseguraron que también se asegurarían de que se encontrara con Hope antes de seguir su camino.
Dios había hecho los arreglos para que aquella pareja cuidara de Lillian. ¿Cuál es el nombre de mi amigo? Ángel. ¡Qué agradecida estaba porque Lillian tuviera su propio Ángel guardián en ese vuelo! ¡Dios es maravilloso!
Tamara Márquez de Smith