ESO SÍ QUE FUE PUNTERÍA
“Y el Señor ayudó a Israel a derrotar a Benjamín, y ese día los israelitas mataron a veinticinco mil cien guerreros de Benjamín, todos expertos en el manejo de la espada” (Jueces 20:35, NTV).
Según cuenta la leyenda, el 18 de noviembre de 1307, Guillermo Tell comienza a convertirse en héroe popular. Ese día, cuando este ballestero pasaba por la plaza mayor de Altadorf acompañado por su hijo, rehusó inclinarse en señal de respeto ante el sombrero instalado en la plaza, que simbolizaba al soberano de la Casa de Habsburgo. Frente a esta muestra de rebeldía ante su legítimo señor, el gobernador de Altadorf, Hermann Gessler, detuvo a Tell. Habiendo oído de su fama como ballestero, lo obligó a disparar su ballesta contra una manzana colocada sobre la cabeza de su propio hijo, quien se hallaba a ochenta pasos de distancia. Si Tell acertaba, sería librado de cualquier cargo; si no, sería condenado a muerte.
Tell intentó en vano que Gessler cambiara su condena, así que introdujo dos proyectiles en su ballesta. Luego, consiguió acertar en la manzana sin herir a su hijo. Al preguntarle el gobernador por la razón del segundo proyectil, Guillermo Tell le contestó que estaba dirigido al corazón del malvado gobernador, en caso de que el primero hubiera herido a su hijo.
En la Biblia, aparece un grupo de hombres que tenían incluso más puntería que Guillermo Tell: “Entre las tropas selectas de Benjamín había setecientos hombres zurdos, capaces de tirar una piedra con la honda y acertar en un cabello sin errar el blanco” (Juec. 20:16, NTV). A pesar de que Benjamín tenía estos y otros guerreros dotados, Israel pudo derrotarlo. La clave no fue que Israel tuviera soldados todavía más avezados, sino que “el Señor ayudó a Israel a derrotar a Benjamín”.
En la Biblia no existen superhombres, ni héroes exaltados por sus propias destrezas. Existe un “súper Dios”, que puede dotar y capacitar a las personas; Sansón, el hombre más fuerte sobre la Tierra, por ejemplo. No había secreto en su pelo como fuente de fortaleza, sino que aquel era señal de que sus padres y él confiaban en Dios para recibirla. Mientras se mantuvo bajo las indicaciones divinas, derrotó a sus enemigos. Pero su trágico final nos recuerda lo que sucede cuando nos apartamos de él.
Tomemos el paradigmático caso del pastorcillo David contra el gigante Goliat. Aunque David había realizado algunas proezas contra animales salvajes, sencillamente no tenía chances contra ese guerrero gigante. Sin embargo, la fortaleza provino de Dios y en su nombre, David venció a quien todos consideraban invencible.
Hoy, ponte en las manos de Dios y toma valor. ¡Te sorprenderás de lo que puedes lograr!