Sabado 17 de Noviembre – DIOS ESCOGIÓ UN PUEBLO – Matutina para Adultos

DIOS ESCOGIÓ UN PUEBLO

«La porción de Jehová es su pueblo, Jacob, la heredad que le tocó» (Deuteronomio 32: 9).

DIOS TIENE UN PUEBLO especial que eligió, rescató y labró como a una viña para él. Un pueblo lleno de promesas, de privilegios y que es depositario de la palabra eterna. Lo halló en tierra de desierto, en yermo de horrible soledad; lo rodeó, lo instruyó, lo guardó como a la niña de su ojo […]. Lo hizo subir sobre las alturas de la tierra, comió los frutos del campo, lo alimentó con miel de la peña y con aceite del duro pedernal (Deuteronomio 32: 10, 13).

Ezequiel menciona que no hubo ojo que se compadeciera de él, que fue arrojado sobre la faz del campo con menosprecio. Sin embargo, Dios fue el único que tuvo compasión y lo hizo crecer como la hierba. Agrega: «Te puse un vestido bordado, te calcé de tejón, te ceñí de lino y te cubrí de seda» (Ezequiel 16: 10).

La iglesia es la esposa por la cual Cristo murió para santificarla y purificarla. Cuando regrese en triunfo y majestad, la presentará como una iglesia gloriosa, compuesta por los fieles de todas las edades, adquiridos por su sangre, sin manchas ni arrugas, santos e inmaculados.

La iglesia ha de ser alimentada con el maná celestial, y mantenida bajo la única custodia de su gracia. Revestida con la armadura completa de la luz y la justicia, entra en su final conflicto. La escoria, el material inútil será consumido, y la influencia de la verdad testifica ante el mundo de su carácter santificador y ennoblecedor (E. G. White, La iglesia remanente, pág. 25).

Dios cuidó de su pueblo con mucha ternura y lo protegió de las malignas influencias de sus vecinos y de todos los peligros del inhóspito desierto. La columna de nubes y fuego, era guía y protección. Lo alimentó, le dio agua y le preparó con la disciplina del desierto para que al fin entrara en Canaán.

Dios hace un llamado para que lo imitemos, llenos de amor, como también Cristo nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros (Efesios 5: 1, 2). En él hemos llegado a ser un pueblo escogido, un real sacerdocio y una luz para el mundo.

Radio Adventista

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