“Él conoce mi camino: si me prueba, saldré como el oro” (Job 23:10).
“Cuando te vi en la iglesia, vino a mi mente un sueño que tuve hace tres años”, me dijo Norval. Más tarde, me contó que había anotado el sueño en una hoja. El sueño ocurrió luego de que él enviudó. También me contó que había apreciado la ayuda de una joven vecina muy atractiva que, junto con otra dama, había estado supliendo las necesidades de sus dos hijos: un varón de diez años y una niña de doce. Sin embargo, la joven vecina no había querido asistir a la iglesia con ellos.
Yo no sabía nada de aquello, porque había estado trabajando en Illinois, en los registros médicos del hospital. Cuando la jefa de Departamento dijo que se iba a jubilar, el administrador del hospital me sugirió que estudiara, para solicitar el puesto. Esto hizo que debiera tomar clases en Danville, un pueblo cercano. Luego de ser aceptada, el director de la escuela me ayudó a encontrar alojamiento en la Asociación Cristiana de Mujeres Jóvenes local. Por meses, volví a Hinsdale los fines de semana para asistir a la iglesia y trabajar los sábados de noche y los domingos.
Un día, la Sra. McDole, directora del departamento de Registros Médicos, me animó a asistir a la iglesia en Danville. “Es una iglesia pequeña. Te darán una cálida bienvenida”, me dijo. Así que, el viernes me quedé en mi alojamiento, y el sábado de mañana, temprano, tomé un colectivo hasta la iglesia de Danville. Tras el servicio, muchos miembros me saludaron. Entre ellos, Norval Jackson y sus hijos. Él me ayudó para el transporte. Tiempo después me habló de su sueño, y dijo que creía que yo era el cumplimiento de su sueño: su nueva esposa, y madre de sus hijos. Un sábado, el pastor de nuestra iglesia predicó sobre la obediencia de Ester a la dirección de Dios. Leyó Ester 4:14: “¿Quién sabe si para esta hora has llegado al reino?” Incorporó este versículo vez tras vez en su sermón, y llegó a mi corazón. La familia de Norval nos ayudó a planificar la boda, y mi hermano, médico, voló desde California para entregarme en el altar. Ester 4:14 se ha convertido en mi versículo bíblico preferido. Su mensaje fue una fuente de consuelo para mí durante los siguientes años. ¿De qué manera te ha consolado la Palabra de Dios?
Consuelo Roda Jackson