Sabado 13 de Junio – ANTOINETTE BROWN BLACKWELL – Devocional Jóvenes

ANTOINETTE BROWN BLACKWELL

Entonces, después de hacer todas esas cosas, derramaré mi Espíritu sobre toda la gente. Sus hijos e hijas profetizarán. Sus ancianos tendrán sueños y sus jóvenes tendrán visiones. Joel 2:28.

Antoinette Brown tenía 21 años de edad. Se hallaba de pie junto a un bote en el Canal Erie esa noche de agosto de 1846. Escuchaba historias acerca del trabajo misionero a lo largo del canal de labios de un ministro anciano.

-Hay tanta maldad a lo largo del canal -decía el ministro-, y tan pocos dispuestos a predicar el mensaje del amor de Dios.

-Yo también creo en un Dios así -dijo Nettie-. Desde que era muy pequeña he tenido el deseo de hablar a la gente de un Dios amante. Quisiera ayudarlos a no tener temor de vivir ni miedo de morir.

-Que Dios te bendiga, hijita -dijo el anciano, moviendo la cabeza en señal de aprobación.

Sintiendo que encontraba cierto apoyo en el anciano, la joven prosiguió: -Nunca se lo había dicho a nadie, ni siquiera a mi papá o a mamá. Verá, señor, algún día me gustaría ser ministra del evangelio.

El misionero dio un paso atrás y frunció el ceño.

-Blasfemas, niña. ¿No has leído lo que escribió Pablo: “Las mujeres deben guardar silencio durante las reuniones de la iglesia. No es apropiado que hablen”?

-¿Solo por ser mujer no podré hacer el trabajo del Señor? -preguntó Nettie-, ¡Seguramente hemos malentendido la Escritura!

El ministro continuó impacientemente:

-¿No has leído en Timoteo, donde dice: “Las mujeres deben aprender en silencio y sumisión. Yo no le permito a las mujeres que les enseñen a los hombres ni que tengan autoridad sobre ellos, sino que escuchen en silencio”?

Nettie guardó silencio. Primero obtendría los estudios teológicos, luego podría responder mejor a tales objeciones. Pero entrar en la Escuela Teológica del Colegio Oberlin no era una tarea fácil. Al fin le permitieron asistir a las clases, pero no inscribirse. Tampoco le permitieron graduarse ni recibir una licencia ministerial.

Pero Nettie sabía que Dios la había llamado al sagrado ministerio. Siguió estudiando y orando, hasta que se le abrió una puerta para que pudiera ser pastora de una iglesita en South Butler, Nueva York. Llegó a ser la primera mujer ordenada al ministerio en los Estados Unidos.

En los minutos finales de la historia de este mundo, Dios necesita tanto hombres como mujeres para que prediquen su Palabra. Derramará su Espíritu sobre los hombres igual que sobre las mujeres. ¿Están todos preparados para recibir su poder e impartir su mensaje?

Radio Adventista

View all contributions by