MUJERES EXTRAORDINARIAS
“A las ancianas, enséñales que sean reverentes en su conducta, y no calumniadoras ni adictas al mucho vino. Deben enseñar lo bueno y aconsejar a las jóvenes a amar a sus esposos y a sus hijos, a ser sensatas y puras. Cuidadosas del hogar bondadosas y sumisas a sus esposos, para que no se hable mal de la palabra de Dios” (Tito 2: 3-5).
La Biblia narra la vida de muchas mujeres extraordinarias; mujeres como Rut, Ana, Elizabeth y María, por nombrar algunas. Estas mujeres enfrentaron muchas dificultades, pero tuvieron la determinación de superarlas. ¿Tienes mujeres extraordinarias en tu vida? Yo sí.
Las mujeres extraordinarias pueden presentarse de diversas maneras diferentes y en momentos diferentes. Están allí cuando nos sentimos desconsoladas. Escuchan nuestras penas, enjugan nuestras lágrimas, proporcionan un hombro sobre el cual apoyarnos, nos dan valiosos consejos, buena amistad, e incluso ayuda económica cuando les es posible.
Estas mujeres se presentan como buenas amigas, madres, primas, sobrinas, tías, abuelas, suegras y hermanas. Las podemos encontrar en nuestro hogar, en el trabajo, en la iglesia, y hasta por teléfono cuando nos separa la distancia.
Gracias a Dios por estas mujeres maravillosas. El Día de la Madre es el momento perfecto para dedicar tiempo a decir a estas mujeres lo mucho que valen para nosotras, y que estamos agradecidos porque Dios las haya puesto en nuestras vidas.
El apoyo que brindan estas mujeres extraordinarias es de gran utilidad. Nos enseñan cómo ser mujeres piadosas y controladas. Nos ayudan a desarrollar habilidades maternales, a preparar comidas nutritivas y deliciosas, a cuidar de nosotras y de otros. Las mujeres extraordinarias cuidan unas de otras y están para la otra sin importar lo que suceda. Estas mujeres nos escuchan sin juzgar, pero son lo suficientemente honestas para decirnos cuando estamos equivocadas; siempre, con amor. Y porque las amamos y respetamos, obedecemos sus consejos piadosos. En el versículo de hoy, Tito nos amonesta a todas las mujeres mayores (y todas somos mayores que otra) a ser reverentes en la manera en que vivimos. Al crecer en edad, debemos convertirnos en buenos ejemplos y en mujeres extraordinarias que otros puedan seguir. Enseñemos lo bueno. Seamos puras y amables, para no difamar la Palabra de Dios. ¿No quieres ser una mujer extraordinaria para Cristo?
TANESHA ROBERTSON-BROWN