Sabado 11 de abril – GIUSEPPE VERDI – Devocion Matuina Jóvenes

GIUSEPPE VERDI

Controla tu carácter, porque el enojo es el distintivo de los necios. Eclesiastés 7:9.

¿Alguna vez has estado tan enojado, que rompiste un lápiz o quebraste algún objeto? Si así fuera, podrás saber cómo se sentiría Giuseppe el día que destruyó su clavicordio, a la edad de siete años.

Cuando papá Verdi llegó a casa con el clavicordio, Giuseppe saltaba de alegría. Golpeaba las teclas con ambas manos. ¡Qué horrible se escuchaba eso! Después de un tiempo, descubrió un acorde que sonaba bonito y lo tocó repetidamente hasta que papá y mamá lo mandaron a la cama.

Al día siguiente, muy de mañana, Giuseppe estaba nuevamente con el clavicordio. Hacía todo esfuerzo posible para producir música bonita como la que escuchaba en la iglesia, pero lo único que lograba sacar era música áspera y disonante.

-¡Clavicordio viejo y estúpido! -gritó Guiseppe un día-. ¡No sirves para nada! ¡No sabes cómo hacer música bonita!

Tomando un martillo, comenzó a golpear las teclas y arrancar las cuerdas. Mamá y papá Verdi corrieron al lugar de los hechos.

-¡Dame el martillo! -le ordenó su padre.

-¿Qué te pasa, hijo mío? -le preguntó su mamá.

-Este clavicordio no sirve -dijo Giuseppe entre sollozos-, ¡No quiere hacer música bonita!

-Ay, hijito -dijo la señora Verdi, abrazándolo amorosamente- El clavicordio no tiene la culpa. Tienes que saber tocarlo. Eso es todo.

-Pero es que no sé cómo tocarlo -lloriqueó el niño.

-No te preocupes, ya aprenderás -lo consoló su papá-, Pero primero debemos reparar este instrumento. Mandaré llamar a Stefano.

Cuando terminó la reparación, Stefano pegó una nota dentro del clavicordio; aun hoy la podrías leer en el Museo de Milán. Dice: “Estos martillos fueron reparados y recubiertos de cuero por mí, Stefano Cavaletti, y le adapté los pedales, que yo mismo regalé; además, reparé los martillos ya mencionados en forma gratuita, al ver la buena disposición que el jovencito Verdi tiene para aprender a tocar este instrumento, lo cual es suficiente para mi satisfacción completa. 1821 d.C.”

Después de aquel incidente, Giuseppe aprendió dos cosas: a controlar su temperamento y a tocar el clavicordio. Descubrió el engaño de dejarse llevar por las emociones. ¿Y tú?

Radio Adventista

View all contributions by