Sabado 10 de Junio del 2017 – MALA HIERBA – Devoción matutina para la mujer

MALA HIERBA

’Te producirá espinos y cardos, y comerás hierbas del campo” (Gén. 3:18, RVC).

La mala hierba forma parte de mi vida. Crece en mi parque y daña la apariencia le mis manos, que tanto trabajo me cuesta mantener. Además, libera partículas n el aire que nos causa fastidiosas reacciones alérgicas. Aunque un patio o un jardín no son los únicos lugares donde crece la mala hierba: también crece en nuestra mente, ahogando el fruto del Espíritu que nos gustaría ver crecer.

Cuando era niña, a menudo escuchaba a gente comparar a una persona indeseable o rebelde con una “mala hierba”. Esto tiene sentido, ¿verdad? Porque, de hecho, los pensamientos influyen sobre el comportamiento. Encontrar mala hierba en la vida con tanta frecuencia, me ha hecho pensar mucho sobre ello y llegar a varias conclusiones. He visto que una razón por la que la mayoría de las malas hierbas tienen mala reputación es por su detestable egoísmo. Tienden a tomar mucho espacio del jardín, acaparando recursos como el agua y los nutrientes del suelo, sin brindar nada a cambio.

Incluso los niños pequeños pueden controlar la mala hierba. Recuerdo haber ayudado a nuestro nieto Kyle cuando, a sus tres años, deseaba ayudar a su mamá a sacar la mala hierba de entre las flores. Poco a poco, y con mucho esfuerzo, Kyle sacó toda la mala hierba. Él sabía que tenía que quitarla y continuó con la tarea hasta que la terminó. Hoy, años después, Kyle es técnico en computadoras y lidia con la “mala hierba” electrónica. A temprana edad, aprendió a hacer frente a la mala hierba.

Cuando era docente, solía decir a mis alumnos que si querían tener un buen “fruto” como resultado de sus ensayos bien escritos, necesitaban “sacar esas palabras perezosas”, como un jardinero arranca la mala hierba. Les decía: “Como escritores, también son ‘jardineros’ “.

La mejor definición que he escuchado de “mala hierba” es “algo que está creciendo en el lugar equivocado”. Así que, una mala hierba puede ser una planta en el pasto, o una palabra o una acción no cristiana. Dios no dijo a Adán que el trabajo en el jardín sería una maldición; le dijo que la mala hierba sería la causa de su angustia. Sin embargo, para nuestro beneficio, Dios, a través del Espíritu Santo, nos dota de la capacidad de arrancar la mala hierba de nuestra vida, para que nuestro corazón pueda producir el fruto puro del Espíritu. Seamos buenas jardineras todos los días. ¡Feliz limpieza del jardín!

Betty Kossick

Radio Adventista

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