Cristo es la solución ante la crisis
«Una mujer, de las mujeres de los hijos de los profetas clamó a Eliseo, diciendo: “Tu siervo, mi marido, ha muerto, y tú sabes que tu siervo era temeroso de Jehová. Pero el acreedor ha venido para llevarse dos hijos míos como siervos”» (2 Reyes 4: 1).
EN EL MUNDO ACTUAL hay escasez de fe, gozo, paz, tranquilidad y, sobre todo, seguridad en lo que creemos. Abundan la miseria, las aflicciones, el dolor y las preocupaciones. Pero nuestro Señor Jesucristo es el Dios de la abundancia y en el relato bíblico de hoy, aprendemos que existe un Dios que satisface todas las necesidades cuando seguimos sus indicaciones.
Nuestra protagonista es una mujer, que según el historiador judío Josefo, era esposa del profeta Abdías, un hombre temeroso de Dios. Repentinamente, él enfermó y su familia luchó por su recuperación, y pidió prestado dinero para costear medicamentos y hospitalización. Pero fue en vano. Finalmente, falleció. Su esposa quedó desamparada con dos hijos que mantener y una gran deuda.
Los acreedores llegaron para llevarse a sus hijos como esclavos para pagar la deuda por el resto de sus vidas. Esta mujer no fue a pedir prestado más dinero para pagar la deuda y librar a sus hijos. Tampoco acudió al banco para solicitar un préstamo. Como toda verdadera hija de Dios, buscó primeramente el reino. Fue al profeta Eliseo para ponerlo al tanto de su situación. A la gente pobre o a los deudores, se les permitía pagar sus deudas vendiéndose a sí mismos o a sus hijos como esclavos. Pero Dios no lo permitió. Extendió su mano para socorrer a la pobre viuda.
El profeta Eliseo le preguntó qué tenía en su casa para que él pudiera ayudarla. Únicamente tenía una vasija de aceite para comer unos días; nada más. La privación de sus dos hijos significaba para la mujer viuda la pérdida de su único sustento en la vejez. Pero la mujer se aferró a su Dios y, en ese momento de crisis en su vida, fue a la fuente verdadera. En Dios encontró solución. Mañana revisaremos cómo fue que Dios la ayudó. No olvides que hay un Dios que te ama y está pendiente de ti para socorrerte en cualquier momento. Hoy, acude en oración a Dios, sin importar qué tan grande sea el problema que te llena de angustia.