Sabado 09 de Septiembre del 2017 – CUANDO MUERE EL REY – Devoción matutina para Jóvenes

CUANDO MUERE EL REY

“Nabucodonosor hizo una estatua de oro cuya altura era de sesenta codos, y su anchura de seis codos, la levantó en el campo de Dura, en la provincia de Babilonia” (Daniel 3:1).

“Cuando termina el juego de ajedrez, el rey y el peón van a la misma caja”, reza el refrán popular. Y es así la muerte nos iguala a todos.

Así, el 9 de septiembre de 1976 muere Mao Zedong, el legendario líder de la China comunista y una de las figuras políticas más emblemáticas del siglo XX. Mao dirigió a China desde 1949 hasta su muerte, ocurrida a los 82 años.

Como vimos días atrás en la interpretación del sabio Daniel, solamente la cabeza de la gran estatua con la que Nabucodonosor soñó era de oro. En su afán de grandeza y perpetuación en el poder, el rey construyó de oro absolutamente toda la estatua. Evidentemente, algo no estaba bien.

Los delirios de grandeza y de eternidad en el poder nunca ayudaron a los líderes de los imperios; menos aún a sus habitantes. La evidencia de esta decadencia la observamos también en Daniel 4. En este capítulo, Nabucodonosor pierde la razón y se comporta como un animal.

“El poder corrompe; y el poder absoluto corrompe absolutamente”, sentencia otro refrán. La caída del rey sobreviene cuando se enorgullece y se alaba a sí mismo por su grandeza y la de su imperio. Él dijo: “¿No es esta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad?” (Dan. 4:30).

Lo cierto es que en el capítulo 3 también se comportó como un tirano. Ante el Supremo valor profesado por Sadrac, Mesac y Abed-nego al rehusar inclinarse en adoración ante su estatua, enfureció (Dan. 3:12, 13) y mandó calentar el horno siete veces más (vers. 19). El fiel trío no se inmutó. Sus vidas podrían estar en la cornisa, frente al vacío; su fidelidad a Dios, nunca. Sus vidas podrían estar a punto de ser destruidas por el fuego; su fidelidad a Dios, jamás.

Hoy puede ser un día histórico. Vive tus convicciones con valor y coraje. Recuerda que todos los gobernantes de este mundo son pasajeros, pero tú sirves al Rey eterno del universo.

“Como en los días de Sadrac, Mesac y Abed-nego, en el período final de la historia de esta tierra, el Señor obrará poderosamente en favor de aquellos que se mantengan firmemente por lo recto. El que anduvo con los notables hebreos en el horno de fuego acompañará a sus seguidores dondequiera que estén. Su presencia constante los consolará y sostendrá” (Elena de White, Profetas y reyes, p. 376).

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