ENEMIGOS DEL PECADO
«Ellos lo han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, que menospreciaron sus vidas hasta la muerte». Apocalipsis 12: 11
«PONDRE ENEMISTAD entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; esta te herirá en la cabeza, y tú la herirás en el talón» (Gén. 3: 15). La divina sentencia pronunciada contra Satanás después de la caída del ser humano era también una profecía que, abarcando las edades hasta los últimos tiempos, predecía el gran conflicto en que se verían envueltos todos los seres humanos que habrían de vivir en la tierra.
Dios declara: «Pondré enemistad». Esta enemistad no es fomentada de un modo natural. Cuando el hombre quebrantó la ley divina, su naturaleza se hizo mala y llegó a estar en armonía con Satanás. No puede decirse que haya enemistad natural entre el ser humano pecador y el autor del pecado. Ambos se volvieron malos a consecuencia de la apostasía. El apóstata no descansa sino cuando obtiene simpatías y apoyo al inducir a otros a seguir su ejemplo. De aquí que los ángeles caídos y los pecadores se unan en complicidad. Si Dios no se hubiera interpuesto especialmente, Satanás y el ser humano pecador se habrían aliado contra el cielo; y en lugar de albergar enemistad contra Satanás, toda la familia humana se habría unido en oposición a Dios.
Satanás tentó a nuestros primeros padres a pecar de la misma forma en que indujo a los ángeles a rebelarse, a fin de asegurarse su cooperación en su lucha contra el cielo. No había diferencia alguna entre él y los ángeles caídos en cuanto al odio que sentían contra Cristo. Aunque estaban en desacuerdo en todos los demás puntos, era unánime su oposición a la autoridad del Legislador del universo. Pero al oír Satanás que habría enemistad entre él y la mujer, y entre sus linajes, comprendió que serían contrarrestados sus esfuerzos por corromper la naturaleza humana y que se capacitaría al hombre para resistirlo.
Lo que produce la enemistad de Satanás contra la raza humana es que ella, por intermedio de Cristo, es objeto del amor y de la misericordia de Dios. Lo que él quiere entonces es oponerse al plan divino de la redención del ser humano, deshonrar a Dios mutilando y profanando sus obras, causar dolor en el cielo y llenar la tierra de dolor y desolación. Y luego señala todos estos males como resultado de la creación del ser humano por Dios. – El conflicto de los siglos, cap. 31, pp. 495-496.