Sabado 04 de Noviembre del 2017 – EN LA TUMBA DE TUTANKAMÓN – Devoción matutina para Jóvenes

EN LA TUMBA DE TUTANKAMÓN

“No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan” (Mateo 6:19, 20).

El 4 de noviembre de 1922 fue un día histórico. En Egipto, el británico Howard Carter halló el primer vestigio de la tumba de Tutankamón (un faraón perteneciente a la dinastía XVIII, que reinó entre 1336 y 1327 a. C.), luego de dos años de excavaciones en el llamado Valle de los Reyes.

Dentro de la tumba, había todo tipo de tesoros nunca antes encontrados por arqueólogos: canopes, piezas de alabastro y oro, mobiliario, cofres, y juegos de armas. Carter y su equipo tardaron casi una década en inventariar todo el material hallado.

También se encontraba allí la momia de este faraón. ¡Y llamó notablemente la atención! Estaba envuelta por trece capas de lino. Había 143 joyas y amuletos entre los pliegues de las telas; una máscara que cubría su cabeza y su cara; un pectoral de oro con el dios Horus, que lo protegía, estaba colgado de su cuello; y en la cadera derecha, había sujetado un cuchillo de oro con la hoja de hierro.

Sin embargo, ¡de nada valieron tantas riquezas a este soberano monarca! Todo quedó allí, en su tumba…

¿Cuál es tu mayor tesoro hoy? ¿Qué objeto cuidas con más delicadeza y esmero? ¿En qué inviertes más tiempo y energías?

Las cosas de esta vida son pasajeras, transitorias, volátiles. Como bien dice Salomón: “Vanidad de vanidades, todo es vanidad” (Ecl. 1:2). Sin duda, el sabio rey había aprendido esta enseñanza de David, su padre: “Hazme saber, Jehová, mi fin, y cuánta sea la medida de mis días; sepa yo cuán frágil soy. He aquí, diste a mis días término corto, y mi edad es como nada delante de ti, ciertamente es completa vanidad todo hombre que vive” (Sal.39: 4,5).

¿Cuál es, entonces, nuestra perspectiva? David mismo responde, en Salmos 39:7: “Y ahora, Señor, ¿qué esperaré? Mi esperanza está en ti”.

Hoy puede ser un día histórico. Ora, lee la Biblia y prepara tu carácter para el cielo. ¡Eso vale más que los tesoros de la tumba de Tutankamón!

“Necesitamos escudriñar las Escrituras y cavar profundo en las minas de la verdad, porque las joyas preciosas no siempre se encuentran en la superficie, deberíamos buscarlas como si procuráramos encontrar un tesoro escondido. Hay un cielo de felicidad que ganar, porque Cristo fue a preparar mansiones para nosotros; y ahora es el tiempo cuando deberíamos buscar estar listos para aquello que nos está preparando” (Elena de White, Exaltad a Jesús, p. 233).

Radio Adventista

View all contributions by