Jueves 7 de julio – Que sueñen en grande. Devoción matutina Damas

Jueves 7 de julio – Que sueñen en grande. Devocion matutina Damas

«Es agradable ver que los sueños se hacen realidad» (Prov. 13:19, NTV).

“Los padres deben comprometerse a dejar soñar a sus hijos”. Lewis B. Smedes

CONTABA EL TEÓLOGO Lewis B. Smedes una experiencia que tuvo el primer día de escuela en un curso de primaria. La profesora pidió a todos los alumnos que escribieran un breve relato sobre sus vidas, y Lewis hizo muy contento la tarea. Al día siguiente, la profesora leyó en voz alta los relatos que más le habían gustado, sin desvelar los nombres de sus autores. Lewis se entusiasmó al oír su narración en segundo lugar. Terminada la clase, la profesora se acercó a él mientras salía por el pasillo y le dijo: «Lewis, escribes muy bien». Solo cuatro palabras y una palmadita en el hombro, pero para él significaron muchísimo; nunca nadie le había dicho nada semejante. Aquella profesora ni siquiera lo conocía, y sin embargo había generado en su corazón infantil su primer sueño en la vida: ser escritor.

Por la noche, durante la cena, Lewis confesó a su familia que de mayor quería dedicarse a escribir. Su madre le dijo: «Mi amor, no te hagas ilusiones ni albergues tan grandes expectativas en tu cabeza. No sueñes sueños tan grandes». Para aquella mujer, «excelente madre» en palabras de su propio hijo ya adulto, animar a un niño a soñar era abrirle el camino al orgullo y a la decepción. Pues bien, aunque desanimado en aquella ocasión, Lewis B. Smedes llegó a ser un reconocido escritor, autor de varios libros, entre ellos el gran éxito de ventas Perdona y olvida.

Todo niño tiene derecho a soñar, ¿por qué hemos de protegerlos de sus anhelos, sus aspiraciones más elevadas y sus deseos más profundos? Si estos sueños no son descabellados ni se oponen a ningún principio bíblico, más bien tenemos nosotras, como madres, el privilegio de allanar el camino para que puedan continuar creyendo y dando pasos hacia sus metas. Es cierto que tal vez la inmadurez propia de su edad haga que esas metas no sean firmes, pero ¿qué perdemos con darles nuestro apoyo incondicional? Más bien tenemos mucho que ganar, y la certeza de que nuestra confianza en ellos y nuestro compromiso con sus anhelos les dará seguridad en la vida.

Dejemos que nuestros hijos crezcan con una visión en mente, animémoslos a soñar en grande, a contarnos sus sueños, y a ponerlos diariamente en manos de Dios.

 

Radio Adventista

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