Sábado 18 de junio 2016. ¿Por qué o para qué? – Matutina jóvenes
«Para que podamos también nosotros Consolar a los que están en cualquier tribulación» (2 Corintios 1: 4, RV95).
A pesar de que solo tenía seis años, todavía recuerdo con emoción el momento cuando mi mamá me regaló una radiocasetera portátil. Junto con la radiocasetera venía un casete (en ese tiempo no existían los CD) de un cantautor español. Una de las canciones que más impresionó mi mente infantil tiene un título bastante simple: «Dime». Narra la historia de un individuo que, cansado de tanta maldad, acude a Dios y le hace una serie de preguntas:
Dime.
¿Por qué la gente no sonríe?
¿Por qué las armas en las manos?
¿Por qué los hombres malheridos?
Dime. Dime.
¿Por qué los niños maltratados?
¿Por qué los viejos olvidados?
¿Por qué los sueños prohibidos?
Entender en toda su plenitud las razones de por qué sufrimos no está a nuestro alcance. Pero sí podemos hallar la respuesta a una pregunta más certera y con mucho más sentido. Para qué, Señor Después de todo, el porqué es algo que no podemos evitar.
Preguntemos para qué, es decir, con qué fin. Pablo nos ayuda con el para qué sufrimos en dos pasajes de su segunda carta a los corintios. El comprendió que todo le había sobrevenido:
«Para que no confiáramos en nosotros mismos, sino en Dios» (2 Corintios 1:9, RV95). Todos los ataques de Satanás, todo lo malo que le ocurrió a Pablo mientras libraba el gran conflicto en su propia vida, en lugar de destruir su fe, lo que hizo fue confirmarla. Como dice Ellen White: «Los mismos obstáculos y dificultades que encontremos servirán para fortalecer nuestra fe al vencerlos» (Sermones escogidos, t. 1, cap. 5, p. 42). «Para que podamos también consolar a los que están en tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios» (2 Corintios 1:4, RV95). Así como Dios nos consuela con su amor, con su misericordia, nosotros hemos de llegar a ser el medio que él utilice para consolar a otros. Dios aprovecha las circunstancias difíciles de la vida para desarrollar en nosotros la sensibilidad necesaria que nos permitirá tender la mano a los demás. Estás pasando por un momento doloroso! No te desesperes y pídele a Dios que te ayude a entender el para qué…