Sábado 27 de agosto 2016. No hay mayor profeta nacido de mujer – Matinal adultos
«De cierto os digo que entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista; y, sin embargo, el más pequeño en el reino de los cielos es mayor que él». Mateo 11: 11
¿TE GUSTARÍA CONVERTIRTE en profeta? Puedes hacerlo por 450 dólares. Tengo el folleto que lo demuestra. Un caballero que se llama Kent Simpson, que se refiere a sí mismo como «ministro profético de la Escuela de los Profetas», vende un juego de diez vídeos para formarte. Acepta MasterCard, Visa, Discover y American Express. Esto hace que uno se pregunte si esa escuela no estará más interesada en los beneficios que en los profetas. Pero volvamos a nuestra pregunta: ¿Te gustaría convertirte en profeta?
Ten cuidado con tu respuesta. Los riesgos laborales del oficio de profeta son sumamente grandes; el historial es tremendamente desalentador y muchos de sus planes de jubilación dieron dividendos de martirio. Bueno, es verdad que la gente te venera y te ama una vez que estés muerto. Pero, en vida, te embadurnan en alquitrán y plumas y te echan de la ciudad en una carretilla.
Entonces, ¿por qué rayos iba elegir cualquier profeta ser profeta de Dios? Naturalmente, no lo hacían. Dios los elegía. Y discutir con él es todo un reto, ¡como Jonás descubrió rápidamente! Puedes echar a correr, pero no te puedes ocultar. ¿Por qué? Porque «lo que Dios da, no lo quita» (Rom. 11: 29, DHH).
Pero, a pesar de la irrevocabilidad, ejercitar tus dones y tu llamamiento no significa que seas inmune al desaliento y la depresión. Prueba A: Un deprimido Elías, que finalmente suplicó a Dios que le quitara la vida y lo dejara morir; ¡tan miserable fracaso se sentía! Prueba B: Un desalentado Juan el Bautista, que, después de seis meses en el calabozo de la fortaleza de Herodes, empezó a cuestionarse no solo a sí mismo, sino también al Dios cuya voz de trueno afirmó que Jesús era su Hijo amado.
¿Cómo respondió Jesús aquella tarde soleada cuando los también desalentados discípulos de Juan se presentaron en una de sus concentraciones públicas y preguntaron a bocajarro: «¿Eres tú el Mesías o no?»? Contestó tranquilamente: «Vayan a contarle a Juan lo que han visto aquí hoy». Y luego, volviéndose al gentío, Jesús hizo al desalentado profeta el mayor cumplido jamás hecho a ningún mortal. «¡De todos los que han nacido, no hay nadie mayor que Juan!». El mundo nunca llamará «grandes» ni se inclinará ante los que han sido llamados a preparar el advenimiento del Mesías. Pero el cumplido de Jesús está impresionantemente claro: El cielo reserva sus más altos honores para aquellos cuyo éxito se mida, no por el aplauso, sino más bien por la fidelidad. ¡Buena noticia para los más pequeños en el reino!