Martes 21 de junio – Mirando la luz. Devocion matutina para mujeres
«El mismo Dios que mandó que la luz brotara de la oscuridad, es el que ha hecho brotar su luz en nuestro corazón, para que podamos iluminar a otros» (2 Cor, 4:6).
“Está siempre preparada para responder a todo el que te pida razón de la esperanza que tienes”. El apóstol Pedro
CUANDO TENÍA APENAS catorce años, Rachel Naomi Remen, que es actualmente una prestigiosa doctora, profesora y autora norteamericana, trabajó un verano como voluntaria en un asilo de ancianos. Su primer encargo fue visitar a una mujer de noventa y seis años que llevaba más de un año sin hablar absolutamente con nadie. Le habían diagnosticado demencia senil y no respondía al tratamiento. Una sencilla adolescente debía lograr que una anciana enferma participara en una actividad manual por espacio de una hora.
Rachel no quería estar a solas con aquella mujer, pero fue a visitarla por obligación, sin albergar ninguna expectativa. Llamó a la puerta. No hubo respuesta. Abrió y encontró a la anciana sentada en una silla, mirando por la ventana, pero con la mirada perdida, como si estuviera ausente, y a su lado otra silla vacía. Sin saber qué hacer, Rachel se sentó en la silla vacía con las piezas para la actividad en su regazo. La mujer pareció ni darse cuenta. Al principio la adolescente intentó encontrar un tema de conversación, pero no supo de qué hablar, así que no dijo nada. Tampoco supo cómo iniciar la actividad, así que se quedó quieta. Finalmente, las dos permanecieron sentadas, mirando por la ventana, en silencio. Toda la hora.
Cuando se iba, Rachel no pudo resistir la curiosidad y preguntó: «¿Qué es lo que mira usted?». La anciana se dio la vuelta, y por primera vez Rachel pudo mirarla a los ojos. Como ella misma describió, «su rostro resplandecía». Entonces llegó la inesperada respuesta: «¿Por qué me lo preguntas? Estoy mirando la luz».
Salvando las distancias, esta experiencia es similar a la experiencia cristiana. Mucha gente nos colgará etiquetas: «adventista», «conservadora», «rara», «extremista…» y evitarán al máximo el contacto con nosotras. Pero cuando estén un momento a nuestro lado (tal vez por obligación) y nos conozcan cómo somos, será nuestra oportunidad de irradiar la luz a la que estemos conectadas.
Cuando fijamos nuestra mirada en Jesús a pesar de nuestros bloqueos mentales, de las circunstancias y del juicio de la gente, estamos preparadas para dar razón de la fe que hay en nosotras e iluminar así a otros. Por eso, mantente enfocada en la Luz, tal vez te lo pregunten solo una vez.