08 DE MARZO – PREPARACIÓN PARA EL TIEMPO DE ANGUSTIA
«Jehová es bueno, fortaleza en el día de la angustia, y conoce a los que en él confían». Nahúm 1: 7
EL «TIEMPO DE ANGUSTIA, cual nunca fue desde que hubo gente» (Dan. 12: 1) se iniciará pronto; y para entonces necesitaremos tener una experiencia que hoy por hoy no poseemos y que muchos no pueden lograr debido a su descuido. Sucede muchas veces que los peligros que se esperan no resultan tan grandes como uno se los había imaginado; pero este no es el caso respecto de la crisis que nos espera. Ni siquiera la más fértil imaginación bastaría para comprender la magnitud de tan dura prueba. En aquel tiempo de tribulación, todo ser humano deberá sostenerse por sí mismo ante Dios. «Y [sil estuvieran en medio de ella Noé, Daniel y Job, vivo yo, dice Jehová, el Señor, que no librarían a hijo ni a hija. Solamente ellos, por su justicia, librarían sus propias vidas» (Eze. 14: 20).
Ahora, mientras que nuestro gran Sumo Sacerdote está intercediendo por nosotros, debemos tratar de alcanzar la perfección en Cristo. Nuestro Salvador no cedió a la tentación ni siquiera en pensamiento. Satanás procura hallar en los corazones humanos algún punto sobre el cual apoyarse; quizás algún pecado acariciado, por medio del cual la tentación se pueda fortalecer. Pero Cristo declaró de sí mismo: «viene el príncipe de este mundo y él nada tiene en mí» (Juan 14: 30). Satanás no pudo encontrar nada en el Hijo de Dios que le permitiese ganar la victoria. Cristo guardó los mandamientos de su Padre y no hubo en él ningún pecado del que Satanás pudiese sacar ventaja. Esta es la condición en que deben encontrarse los que deseen subsistir en el tiempo de angustia.
Es en esta vida donde debemos apartarnos del pecado por la fe en la sangre expiatoria de Cristo. Nuestro amado Salvador nos invita a que nos unamos a él, a que unamos nuestra flaqueza con su fortaleza, nuestra ignorancia con su sabiduría, nuestra indignidad con sus méritos. La providencia de Dios es la escuela en la cual debemos aprender a tener la mansedumbre y humildad de Jesús. El Señor nos está presentando siempre, no el camino que escogeríamos y que nos parecería más fácil y agradable, sino el verdadero, el que lleva a los fines verdaderos de la vida. Nos toca a nosotros cooperar con los medios que Dios emplea en la tarea de moldear nuestros caracteres según el modelo divino. Nadie puede descuidar o aplazar esta obra sin que su alma corra un gran riesgo. [… ]
La ira de Satanás crece a medida que se va acercando el fin, y su obra de engaño y destrucción culminará durante el tiempo de angustia.— El conflicto de los siglos, cap. 40, pp. 607-608.