RUT

UNA PRUEBA DE FE

Pasa la noche, y cuando sea de día, si él te redime, está bien; que te redima. Pero si él no te quiere redimir, ¡vive el SEÑOR, que yo te redimiré! Rut 3:13 (RV15).

Todo lo que tengo son bendiciones que Dios me ha dado, pero mi felicidad no depende de eso. Ser feliz es el resultado de vivir confiada en Aquel que me compró con su sangre. El enemigo no puede derribarnos si confiamos en Dios, aun en la adversidad.

En el caso de Rut, vemos cómo ella decidió abandonar las relativas comodidades de la tierra de Moab, que estaba mejor que la de Israel. Su felicidad estaba en la compañía de su suegra, y no en las cosas materiales. Lo dejó todo para abrazar la fe judía, y ahora con su suegra llegaba a Belén, en bancarrota. Pero Rut poseía algo más preciado que lo material: la belleza de un carácter humilde y agradecido; y jamás imaginó que el encumbrado Booz, que significa “fortaleza”, se fijara en ella.

Pero aquel romance pronto enfrentaría una gran crisis. Booz no era el único pariente redentor (Rut 3:12). Eso confirma que aun en el noviazgo hay problemas; pero si el amor es genuino, todo puede superarse.

Cuando Booz le dice a Rut que existe la posibilidad de que el pariente más cercano la redimiese (vers. 13), comienza la prueba de fe para ambos. Si se hubiesen dejado ganar por la ansiedad, todo habría terminado, y el plan de Dios se hubiese realizado por otros medios.

La Biblia aconseja que echemos toda ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de nosotras” (1 Pedro 5:7). Si a eso le sumamos palabras de fe y ánimo en nuestras conversaciones, la atmósfera del hogar será deleitosa. Elena G. de White escribió: “El símbolo más dulce del cielo es un hogar presidido por el espíritu del Señor. Si se cumple la voluntad de Dios, los esposos se respetarán mutuamente y cultivarán el amor y la confianza” –HC, 12.

Amiga, fuimos redimidas por Jesús en un concepto más amplio de lo que Booz hizo con Rut. Asegurémosle a nuestra familia que ninguna prueba nos va a separar, “con tal que retengamos firme hasta el fin nuestra confianza” (Hebreos 3:14). –LCh