BENJAMÍN FRANKLIN
¿Has visto a alguien realmente hábil en su trabajo? Servirá a los reyes en lugar de trabajar para la gente común. Proverbios 22:29.
Le corría el sudor por la frente a Benjamín, mientras hacía velas de sebo hirviendo un caluroso día de verano. Entonces, tenía alrededor de diez años. El humo acre del sebo de jabón le hacía lagrimear los ojos y le picaba la garganta. Tosía, cuando entró su tío en la habitación.
-¿Cómo van las cosas? -preguntó, y puso su mano en el hombro caído del niño.
-Muy bien -contestó Benjamín, mientras se encogía de hombros y sonreía forzadamente.
-No importa tanto qué hagas en la vida, sino cómo lo haces -le dijo su tío, apretándole afectuosamente el brazo.
Luego, extrajo una Biblia del bolsillo y le leyó: “¿Has visto a alguien realmente hábil en su trabajo? Servirá a los reyes”.
Después de que su tío se fue, Benjamín siguió pensando en lo que había escuchado.
-¡Bah! ¡Vaya manera de “servir a los reyes”;! Estoy tan cansado que casi no puedo mantenerme de pie.
Dos años después, su padre le dijo:
-Hijo, no puedo permitir que te dediques toda la vida a hacer velas. Mereces algo mejor. ¿Qué oficio te gustaría aprender?
-Me gustaría aprender el trabajo de imprenta, señor -le respondió Benjamín.
Al cabo de nueve años, Benjamín Franklin había terminado su etapa de entrenamiento y era dueño de la imprenta más grande de América.
Al parecer, el diligente Benjamín siempre trabajaba en un proyecto nuevo. Mejoró el sistema de prensas y de tipografía. Inventó una lámpara incandescente y una estufa que diera mejor servicio que las hogueras usadas en ese tiempo. Perfeccionó los lentes bifocales e inventó el sistema de barras de los pararrayos, para proteger los edificios durante las tormentas eléctricas. Pese a tener solo dos años de estudios formales, las universidades más reconocidas de Europa le confirieron el título de Doctor en Filosofía y Letras, y se lo proclamó el mejor inventor de su tiempo.
El día que fue invitado a visitar a Luis XVI, en París, los monarcas de cuatro naciones acudieron a verlo. Cuando fue recibido como héroe en Filadelfia, sin duda Benjamín Franklin recordó aquel texto leído por su tío sesenta años atrás.
¿Cuál es tu ocupación? No importa cuál sea, trabaja diligentemente. ¿Tienes una misión que cumplir? Hazlo responsablemente. El éxito del futuro depende de los hábitos que formes en el presente.