NO ERA LO MIO
“Encomienda a Jehová tus obras y tus pensamientos serán afirmados” (Prov. 16:3).
A pesar de que tenía mis temores acerca de escribir y enviar este escrito para el devocional, me decidí a hacerlo. A medida que el reloj avanzaba llegando la fecha de entrega, me encontré a mí misma tratando de convertir un documento de 1500 palabras en uno de cuatrocientas. Pero mientras lo revisaba, vi claramente que tendría que reorientar por completo el escrito.
En lugar de entrar en pánico, me volví a Dios. Después de todo, él había sido mi inspiración, por lo que él sabía exactamente lo que debía hacer. Mi grupo de estudio de la Biblia oró también por mí. El nuevo enfoque fue más fácil. Eso me animó. Y fui capaz de enviar el escrito dos días antes de la fecha. Una vez más sentí que era una demostración de que el Señor estaba conmigo. No podría haber hecho ese trabajo yo sola.
De repente, recibí un correo electrónico de la responsable del libro la misma noche en que le envié el archivo, lo que me hizo pensar que era una respuesta automática. Pero no lo era. Ella me contaba que su hermana y yo tenemos la misma enfermedad a la que había hecho referencia. Me di cuenta de que había leído mi historia con una comprensión más profunda de lo que hubiera esperado. Ella me pidió que compartiera mi historia con su hermana, porque sabía que su hermana a menudo se sentía de la misma forma que yo sobre el propósito de Dios para mi vida.
Leer la respuesta fue para mí, literalmente, uno de los momentos más maravillosos de mi vida. Desde el principio, las palabras no fueron mías; siempre fueron de Dios. Y ¡él tenía un propósito para ellas! Simplemente, me había dado la historia y las palabras cuando yo confié en él. Esa noche, me sentí como si Dios hubiera bajado y hubiera dado un abrazo a mi corazón. Yo sabía que aunque mi escrito no hubiera sido aceptado para ser publicado en el libro, todavía estaría ayudando a alguien que necesitaba de mis palabras. ¡Eso era mucho más de lo que hubiera esperado!
Dios tiene un propósito para todos nosotros y constantemente está trabajando para cumplirlo en nuestras vidas, a menudo, en la forma que menos lo esperamos. Él hace esto si nosotros lo invitamos -y le permitimos- que lo haga. ¿Qué puedes ofrecer hoy a Dios, para que pueda ser utilizado para cumplir sus propósitos?
Maxine Young