LA REINA DE LAS REFORMAS
“Asimismo barrió Josías a los encantadores, adivinos y terafines, y todas las abominaciones que se veían en la tierra de Judá y en Jerusalén, para cumplir las palabras de la ley que estaban escritas en el libro que el sacerdote Hilcías había hallado en la casa de Jehová” (2 Reyes 23:24).
Victoria: ¡Qué lindo nombre para una reina! Este fue el nombre de una de las reinas más reconocidas de Inglaterra. Justamente, fue coronada el 28 de junio de 1838, y su reinado se extendió hasta el 22 de enero de 1901, por lo que fue el segundo más largo de la historia del Reino Unido, solo superado por el de su tataranieta Isabel Il.
A este reinado se lo conoce popularmente como “La época victoriana” y fue un período de cambio industrial, cultura, político, científico y militar en el Reino Unido, marcado por la expansión del Imperio Británico.
Cuando Victoria ascendió al trono, Inglaterra era esencialmente agraria y rural. Cuando ella murió, el país se encontraba altamente industrializado, y la mayoría de su territorio ya estaba conectado por una red ferroviaria que seguía expandiéndose. En el aspecto social, por su parte, esta época se caracterizó por la moral y la disciplina. Entre los valores victorianos se encuentran el ahorro, el trabajo y los deberes de la fe.
Pero, si hablamos de un monarca que hizo reformas, nuestra mente rápidamente vuela hacia el nombre de Josías. Ni sus ocho años de edad le permitieron tener una visión errada de la realidad. Israel atravesaba una severa crisis espiritual pero él se formó amparado, aconsejado y educado por su piadosa madre, Jedida; el fiel sacerdote Hilcías; y profetas de Dios como Hulda, Jeremías, Habacuc y Sofonías.
El encuentro con el Libro de la Ley derivó en claras reformas espirituales; incluso hasta se celebró la Pascua. Josías exterminó todo vestigio de idolatría. Literalmente, los barrió.
Hoy puede ser un día histórico. Inicia las reformas que crees que debes realizar para cambiar una situación determinada. Sé como Josías, y barre todo el mal que haya en tu vida.
“En la reforma que siguió, el rey dedicó su atención a destruir todo vestigio que quedara de la idolatría. Hacía tanto tiempo que los habitantes del país seguían las costumbres de las naciones circundantes, en lo referente a postrarse ante imágenes de madera y piedra, que parecía casi imposible que el poder del hombre eliminara todo rastro de esos males. Pero Josías perseveró en su esfuerzo por purificar la tierra” (Elena de White, Profetas y reyes, p. 295).