Miercoles 26 de Abril del 2017 – ¡MÁS, MÁS, MÁS! – Devoción matutina para la mujer

¡MÁS, MÁS, MÁS!

“Deléitate asimismo en Jehová y él te concederá las peticiones de tu corazón” (Sal. 37:4).

Mi nieta, de quince meses, y yo nos acercamos al jardín para disfrutar de nuestro paseo diario. El día anterior, su abuelo le había mostrado varías frutas: naranjas, mandarinas, bananas, carambolas, cocos y cerezas. Logré escucharlo hablar, y me reí para mis adentros pensando: “Pobre niña, no tiene ni idea de lo que le está diciendo”. Sin embargo, estaban disfrutando de un precioso momento de vinculación afectiva abuelo-nieta. Él ya había tenido suficiente; ahora me tocaba tenerla toda para mí.

Cuando nos dirigimos hacia los árboles, estiró su manita y gritó: “¡Más!” A medida que nos acercábamos, empezó a decir con más ahínco: “¡Más! ¡Más! ¡Más!” ¿Más qué?, me pregunté. Entonces, me di cuenta de que extendía la mano hacia las cerezas. Era la primera vez en años que el árbol daba fruto. Extendí la mano y arranqué una cereza para dársela. Se la metió en la boca y después, juntas, empezamos a arrancar más cerezas, para lavarlas y comérnoslas más tarde. ¡Menudo festín de cerezas se dio! Tan pronto como colocaba una sobre su manita, se la comía y sonreía diciendo: “¡Más!” ¿Cómo podía un estómago tan pequeño albergar tantas cerezas? Cuando ya se había comido todas las que habíamos arrancado, ¡seguía queriendo más!

Aunque su visita a nuestra casa terminó y regresó con sus padres, aún conservo la alegría del recuerdo del tiempo que pasamos con ella. También reflexiono sobre las lecciones que aprendí durante su corta visita. Su dulce, tierno y expectante “¡Más!” aún resuena en mis oídos. Este recuerdo me hace pensar en cuánto “más” amor de Cristo necesito en mi corazón; en cuánto “más” tiempo debería pasar leyendo su Palabra. Pienso que debo hablar a otros acerca de él y de su amor incondicional con más frecuencia. ¡Más! ¡Más! ¡Más! Todos necesitamos más. ¿Recuerdas el himno, que en realidad es una oración, “Más de Jesús”? Esa es la oración de mi corazón.

Deseo conocer mucho más acerca de él, para recibir más de su gracia y poder transmitirla a los demás, para que la abundancia del Espíritu Santo trabaje más en mi vida. Sobre todo, deseo experimentar más del “amor” que murió por mí. Dios está más que dispuesto a darnos siempre más.

Gloria Gregory

Radio Adventista

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