NO TE DESANIMES
«¡Ten confianza en el Señor! ¡Ten valor, no te desanimes! ¡Sí, ten confianza en el Señor!» (Sal. 27:14).
Una madre sollozaba, con el corazón apesadumbrado, cada vez que doblaba las rodillas. Se sentía melancólica por los recuerdos de su hijo que, cuando niño, ella misma había presentado ante Dios en la iglesia y había dedicado a su servicio. En efecto, durante su infancia, el pequeño cantaba a Jesús de una manera que resultaba inspiradora, y además tenía una elocuencia increíble al predicar. Muchas expectativas estaban puestas en él quien, en su juventud, decidió estudiar Teología para servir al Señor con su don de predicar.
Pero pasaron los años y aquel hijo, que ahora vivía en un país lejano, llamó a su madre por teléfono para hacerle saber que había perdido la fe. No quería regresar a la iglesia que lo había visto crecer y en la que había llevado tantas almas a los pies de Jesús. Tal como le comunicó a su madre: todo aquello había muerto para él. Ahora, este joven que una vez había decidido ser pastor, había abandonado su vocación y dedicaba el tiempo libre a salir de discotecas y buscar la «felicidad» en el hedonismo. Cayó en vicios que su madre jamás habría imaginado; comenzó a beber alcohol y a alimentarse sin ningún tipo de restricciones. Incluso su apariencia personal había cambiado radicalmente, y no para mejor.
Pero su madre jamás lo condenó ni lo critico. Ella, sencillamente, le decía:
-Hijo, estoy orando por ti. Te amo.
Nunca salió de labios de aquella madre un solo reproche. Su esfuerzo consistía en arrodillarse. Pasaron los años y su hijo se encontraba de nuevo sobre una plataforma de una iglesia adventista, mostrando con una gran sonrisa su certificado de bautismo. Visiblemente emocionado, dirigió a los hermanos estas palabras:
—Estoy aquí porque mi madre nunca me criticó, sino que desgastó sus rodillas por mí. Es gracias a ella y a su perseverante oración que encontré de nuevo a Jesús.
Puedes imaginarte las lágrimas de todos los presentes. Tal vez tú misma estás llorando ahora porque tienes en tu hogar una situación parecida. Cobra ánimo de la historia de esta madre. ¿Ya has empezado a orar por ese hijo, o tal vez por tu esposo, amigo o familiar que quieres ver de vuelta en los caminos del Señor? Es un camino duro y lleno de asperezas, pero los que se aferran de las promesas de Dios podrán tomar aliento en su presencia y alcanzar la victoria.