DE LA OSCURIDAD A LA LUZ
“En el arrepentimiento y la calma está su salvación, en la serenidad y la confianza está su fuerza” (Isa. 30:15).
Tuve que dejar a mi esposo con dos bebés pequeños y un varón de ocho años. Como si esto fuera poco, comencé a oír voces. Estas voces me ordenaban que hiciera cosas y, como estaba muy frágil, terminaba haciéndolas. Llegué al punto de ser admitida en una institución para personas con enfermedades mentales, por sufrir de un trastorno bipolar.
Tuve siete crisis horribles. La voz me había dicho que estaba curada, así que dejé de tomar mis medicamentos. Eso trajo otra crisis. En la séptima crisis, traté de quitarme la vida, así que pensé: Necesito encontrar a este Salvador, o esto va a matar.
Ya había asistido a algunas iglesias, pero no lo había encontrado en ninguna de ellas.
Fue entonces que decidí buscar en la Biblia. Cuando leí el versículo de hoy, mi corazón me llenó de esperanza, ya que este versículo dice que obtendría fuerzas en la serenidad y en la confianza.
Cuando la voz me hablaba, yo recitaba este versículo, respiraba profundamente, me calmaba, y confiaba en Dios o lo imaginaba a mi lado; la voz desaparecía. Hice este ejercicio varias veces, hasta que la voz cesó por completo. Hoy soy libre.
También, leí los Mandamientos de Dios y sobre la importancia de guardarlos, pero en mi ciudad no había ninguna iglesia que guardara todos los Mandamientos. Sentí como que pertenecía a otro rebaño. Entonces, Dios me guió a la radio Nuevo Tiempo. Descubrí que, a las ocho de la mañana, había predicaciones muy buenas. Pero, siempre estaba muy ocupada trabajando en la cocina a esa hora y siempre me lo perdía. Eso me entristecía, porque necesitaba escuchar la predicación. Un día, para sorpresa mía, mi alarma sonó a las ocho aunque yo no la había puesto. Vi esto como la obra de Dios, para que pudiera escuchar su mensaje. La alarma de mi reloj continuó sonando por un mes y, finalmente, me había acostumbrado tanto a prender la radio a esa hora que ya no esperaba la alarma. Un día, la alarma dejó de sonar por sí sola.
Dios mostró el gran amor que tiene por cada uno de nosotros en la cruz del Calvario; y cuando deseamos la verdad, él nos guiará a ella.
EVA MATOS RODRIGUEZ