OTRA VEZ NO
“Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá” (Mat. 7:7).
Era más tarde de la medianoche, y yo acababa de terminar un proyecto que tenía que presentar al día siguiente. Entonces me acordé de algunos documentos que eran necesarios para sustentar una parte del proyecto. El escritorio estaba cubierto con varios montones de papeles, pero recordaba exactamente en qué montón había colocado aquellos documentos semanas antes. Entonces comencé a buscar confiadamente en el montón específico.
No había rastro de los documentos en aquel montón, por lo que procedí a examinar los papeles de los demás montones de la mesa. No encontraba los documentos por ningún lado. ¿Dónde podrían estar? Me estaba dando ansiedad. El tiempo pasaba rápidamente. Yo necesitaba conciliar algo de sueño, porque me esperaba un día pesado. Sin embargo, continué la búsqueda. Los que me conocen, saben bien de mi impaciencia y mi desilusión cuando no puedo encontrar las cosas. No me gusta en absoluto andar buscando nada; pero si tengo que hacerlo, entonces lo hago.
Por último, elevé una oración silenciosa hacia el Cielo: “Señor, permíteme ver los documentos”. Luego volví al montón inicial, en el que yo tenía la certeza que los había puesto. Miré cuidadosamente hoja por hoja. Las observé muy bien, y no había pasado mucho tiempo, cuando ¡justo allí estaban los documentos “perdidos”! Di un suspiro de alivio y de agradecimiento. Ya podía retirarme a descansar.
Ahora me pregunto, ¿estoy tan decidida y comprometida en buscar con diligencia, hasta encontrar y seguir el camino de Dios como cuando estaba buscando aquellos documentos? Temo que muchas veces dedicamos un gran esfuerzo y tiempo al logro de cosas y objetivos efímeros, en detrimento de los eternos. Desafortunadamente para nosotras, los objetivos transitorios con recompensas inmediatas parecen más atractivos que los que vienen con la gratificación a largo plazo, la gratificación eterna que exige un esfuerzo permanente y la vista puesta en la recompensa.
Tal vez, nuestras mentes no suelen estar entrenadas para ver más allá, teniendo en cuenta la distancia aparente de lo celestial y eterno en nuestras mentes mundanas. Nos es menester orar por orientación, valor y entendimiento, para poder establecer nuestras prioridades sabiamente, invirtiendo casi tanta -o incluso más- energía y tiempo en las actividades eternas como lo hacemos con las transitorias, que pasan tan rápidamente.
Marión V. Clarke Martin