EL NUEVO PRIMOGÉNITO
«No será quitado el cetro de Judá ni el bastón de mando de entre sus pies, hasta que llegue Siloh; a él se congregarán los pueblos» (Génesis 49:10).
A partir de que Judá reconoció su falta en relación con Tamar (Génesis 38:26), su papel en la casa de Jacob va haciéndose cada vez más prominente. Lo vemos convenciendo a su padre para que permitiera a Benjamín viajar a Egipto (cosa que el primogénito Rubén había intentado sin éxito). Actúa como mediador principal frente al ministro egipcio [José] cuando este dice que Benjamín no puede regresar. Presenta un discurso convincente y humilde, ofreciéndose a sí mismo como esclavo en lugar de Benjamín (Génesis 44). Aparece como el líder familiar cuando su padre lo envía a José para anunciar su llegada a Gosén (Génesis 46:28).
El cenit de la historia de triunfos de Judá y de su tribu se revela en el capítulo 49. Allí están las palabras proféticas de Jacob en su lecho de muerte para cada uno de sus hijos. Para algunos, pronuncia bendiciones; para otros, maldiciones; a unos los asocia con victorias guerreras, de otros, exalta sus rasgos de carácter; a unos dedica un párrafo, a otros una simple línea. Los enunciados más extensos son para Judá y para José. Ambos son de bendiciones. Es Judá precisamente quien recibe la primogenitura. A Judá le toca el honor de ser la autoridad sobre sus hermanos, de alcanzar las más grandes victorias y de dominar la tierra de Judea. Los miembros de su tribu (yehudim) dan el nombre que hoy se usa para identificar a su nación en toda la tierra: los judíos.
Por supuesto, para el cristiano el significado es aún más poderoso pues, como vemos en el versículo de hoy, la autoridad no sería quitada de Judá hasta la venida del Mesías (Siloh) quien vencería la muerte y el pecado para salvar eternamente a la humanidad. Y desde el punto de vista de la genealogía, Jesús de Nazaret nacería de la línea de Judá, a través de su hijo Fares, de su nieto Esrom y así sucesivamente hasta José y María, padres terrenales del Mesías.
¡Qué lecciones más inspiradoras las de la vida de Judá! Un hombre que huyó de los suyos para llevar un estilo de vida contrario a los designios divinos. Sin embargo, cuando reconoce su error, Dios retoma el control y continúa utilizándolo para hacer mucho bien. No en vano reza el refrán castellano: «Dios escribe derecho sobre renglones torcidos».
Recuerda que, aunque cometas grandes errores, Dios seguirá escribiendo derecho en tu vida en tanto que reconozcas tus errores.